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Este es un chiste viejo, choteado y hasta anacrónico: En estos momentos de tensión tras la invasión de Rusia a Ucrania Xi Jinping está nada más como el chinito, milando.

Y es que China es esa superpotencia económica, militar y nuclear que no está en posibilidades, todavía, de imponer sus condiciones financieras, como sí las tiene Estados Unidos y su dólar, y que, además, no obtiene tantas ventajas para su causa si arropara totalmente a la Rusia de Vladimir Putin.

El régimen de Xi Jinping no respalda abiertamente la invasión rusa a Ucrania, pero tampoco condena este crimen ante la Organización de las Naciones Unidas. Dice China que no apoya militarmente a Rusia, pero lo arropa para aumentar el intercambio comercial entre los dos países gigantes.

China es la tabla de supervivencia económica de Vladimir Putin ante el poder y la profundidad de las sanciones de occidente a Rusia. Pero este país invasor representa apenas 2% del volumen de las exportaciones chinas, mientras que el gigante asiático es el principal socio comercial tanto de Estados Unidos como de Europa.

Políticamente se parecen mucho más China y Rusia, con regímenes no democráticos, donde las instituciones están supeditadas al poder político de un solo hombre. Pero, al mismo tiempo, esa condición autocrática hace de sus sistemas financieros algo poco confiable para cualquier inversionista extranjero que no tiene garantías institucionales para sus recursos.

Por eso, ni el rublo ni el renminbi tienen la facilidad de convertirse en divisas dominantes en el mundo, como para tratar de plantar cara al dólar estadounidense.

Joe Biden, presidente de Estados Unidos, hablará hoy con Xi Jinping, presidente chino, y escuchará por parte del demócrata algo similar a lo que La Casa Blanca ya hizo saber a Beijín respecto a fuertes sanciones económicas y financieras si China decide respaldar a Rusia en su incursión militar en Europa del Este.

Hasta ahora China se ha mantenido como espectador en la invasión, aunque sí lanza un salvavidas a los rusos, nada como tenerlos de enorme patrio trasero para sus planes futuros.

Lo deseable es que el gobierno de Jinping mantenga el pragmatismo de dar más importancia al gran mercado occidental que al débil oso ruso que realmente no tiene más atractivo que un extra en el mercado de commodities.

No se puede descartar el peor escenario de todos, aunque parecería con pocas posibilidades: China decide, a pesar de las anunciadas sanciones de occidente, respaldar militarmente a Rusia para que acelere su invasión a Ucrania, esto anima a Putin a extender su expansionismo territorial y el mundo acaba en una confrontación mundial con el dedo siempre puesto en las armas nucleares.

Aun sin el extremismo de una Tercera Guerra Mundial, un respaldo abierto de China a Rusia sí implicaría sanciones que llevarían a la economía a una nueva recesión global y con una extensión de los problemas inflacionarios.

Por eso, el gobierno de China podría optar por sólo mirar a una distancia militar prudente la invasión a Ucrania, respaldar económica y financieramente a Rusia, para anexarse ese territorio como proveedor de materias primas y mantener la fría, mala, tensa, pero altamente productiva relación con occidente.