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El Banco Mundial confirma con datos lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador provoca con su actitud, una marginación de México del desarrollo del resto del continente.

La posición personalísima de López Obrador de defender a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua contrasta con la realidad mexicana de ser dependiente en lo comercial, financiero, migratorio y mucho más de Estados Unidos y abierto al comercio con muchos países de Centro y Sudamérica.

López Obrador no sólo boicotea con su ausencia la Cumbre de las Américas, tan importante para el presidente estadounidense, Joe Biden, sino que manda a su canciller Marcelo Ebrard a tratar de minar la fuerza de la Organización de los Estados Americanos (OEA), con la idea de sustituirlo con un grupo donde quepan las naciones que no respetan la democracia.

Esos dogmas del Presidente mexicano habrán de comprometer la relación de México con el continente. Y aunque no lo quiera la 4T, se va a enfriar la relación con Estados Unidos, porque con sus lances de defensa de las autocracias continentales, el gobierno mexicano quedó ya en mira de demócratas y republicanos que exigirán a su presidente un trato diferenciado a este gobierno mexicano.

Pero es también el Banco Mundial el que marca que México empieza a distanciarse de la suerte económica del resto de América.

Ya estaba claro que este país se había desvinculado de la economía de Estados Unidos. Desde el sexenio pasado el sector industrial mexicano ya no marcaba los mismos ciclos de la industria estadounidense.

Pero a partir de la pandemia, México tuvo un derrumbe económico contrastante con una baja moderada de la economía estadounidense y mientras el país del norte se recuperó y creció durante el 2021, este país garantizó que le tomará todo el resto del sexenio salir de la recesión del 2020.

Y ahora, la brecha la abre México con el resto de América Latina. El Banco Mundial recortó el pronóstico del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano para este año a 1.7% desde su estimación previa de una expansión del 2.1 por ciento.

Mientras que para toda la región de América Latina y el Caribe el Banco Mundial mejora su pronóstico de crecimiento del PIB de 2.3 a 2.5% y si no subió más la estimación regional fue precisamente por esa degradación en la estimación mexicana.

Al mismo tiempo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe anticipa que los altos niveles de inflación, de la mano de esos bajos niveles de crecimiento, harán que en México otros 2.5 millones de personas se conviertan en pobres.

Claro que la baja en la actividad económica y la alta inflación son fenómenos globales. Pero también queda claro que en México estas condiciones se agravan como consecuencia de las políticas públicas asumidas por la 4T que no enfocan el gasto hacia lo productivo y ahuyentan a las inversiones.

Este es precisamente el tipo de escenarios que deberían llevar a un país de la importancia y las relaciones que ha tenido México en materia diplomática y comercial a participar y encabezar un trabajo conjunto con sus pares americanos.

Y no a boicotear una Cumbre porque no se invita a tres dictadores que han acabado con sus países.

La Cepal anticipa que los altos niveles de inflación, de la mano de bajos niveles de crecimiento podría hacer que 2.5 millones de personas se sumen a la pobreza.