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Y aquí seguimos, esperando a que la refinería de Dos Bocas en Tabasco finalmente arroje su primer barril de gasolina. El tiempo pasa, el costo aumenta y lo único que queda claro es que la estrategia energética de este régimen ha sido un rotundo fracaso.

Andrés Manuel López Obrador asumió el poder cuando este país todavía exportaba casi un millón 200,000 barriles de barriles de petróleo crudo al día, hasta el corte del 2022 esa cantidad se había reducido a 953,000 barriles diarios.

Es verdad que el decaimiento de producción de yacimientos como Cantarell ha influido en esa baja, pero también lo es que la falta de inversión en el negocio central de Petróleos Mexicanos de exploración y explotación de petróleo es notable.

Además, ahí queda el giro dogmático de este régimen para frenar a las empresas privadas que buscarían petróleo para explotarlo, exportarlo y pagar enormes cantidades de dinero por los derechos de esa actividad al Estado mexicano, tal como se los permitía la reforma energética del sexenio pasado.

Es ya un lugar común de la política al estilo de la autollamada Cuarta Transformación aquello de que ni pichan, ni cachan, ni dejan batear.

De acuerdo con cifras recién publicadas por la Agencia estadounidense de Información sobre Energía (EIA, por su sigla en inglés) México es para Estados Unidos un pequeño importador de petróleo crudo, pero su principal mercado para vender derivados petroleros.

La buena suerte de este país es que vivimos junto a un productor eficiente y barato de derivados del petróleo, no sólo Estados Unidos como país, sino Texas como principal productor, y que además tenemos la facilidad comercial de importar los energéticos necesarios.

Lo malo, es que nuestro país renunció a encadenar la industria energética con Norteamérica y con ello generar escalas para tener energía e ingresos suficientes.

Dice la EIA que durante el año pasado el comercio energético entre México y Estados Unidos alcanzó un nuevo máximo histórico de 81,900 millones de dólares. Pero de esa cantidad, la mayor parte corresponde a la exportación estadounidense a nuestro país de productos petrolíferos por 55,800 millones de dólares, un nivel nunca visto.

México, el pequeño exportador de petróleo, aumentó 9% sus ventas de crudo a Estados Unidos durante el 2022 en comparación con el 2021 para llegar a 536,000 barriles diarios.

Mientras que Estados Unidos aumentó sus exportaciones de productos petroleros a México en 33% el año pasado en comparación con el año anterior, para hacer de nuestro país el destino de 20% de todas sus exportaciones de petrolíferos, con algo así como un millón 700,000 barriles diarios de importaciones estadounidenses.

Además de las nada despreciables importaciones mexicanas de gas natural proveniente de Estados Unidos.

López Obrador equivocó la estrategia, en lugar de hacer de Pemex una empresa productora, asociada con particulares para explotar petróleo crudo y así mejorar las finanzas de la empresa petrolera más endeudada del mundo, lo que hizo fue propiciar un gasto descomunal para construir una refinería que no será negocio.

Sin contar que pesa sobre México la amenaza de represalias comerciales por el maltrato a las empresas energéticas de Estados Unidos y Canadá.