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Si hablamos del combate a la inflación podemos decir que, hasta ahora, al Banco de México le falta la señal contundente de su intransigencia con la actual escalada de precios, mientras que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha tomado medidas fiscalmente caras, pero que sí han ayudado a que el incremento de la inflación general no sea mucho mayor.

Lo mejor, hasta hoy, es que el presidente López Obrador se ha contenido en tomar medidas efectistas que acaben por dañar más la economía, como decretar un control de precios en un grupo de productos.

Sí, hay una canasta arbitraria de productos que adornan muy bien su Paquete Contra la Inflación y la Carestía y que sí ha permitido que esa veintena de artículos presenten, en promedio, un costo menor al de otras mercancías no incluidas en ese grupo.

Ese paquete de productos ha servido, pero no ha sido el centro del éxito de la aportación gubernamental al combate a la inflación. Adorna bien el discurso presidencial, pero el eje de la contribución ha sido el sacrificio tributario de la recaudación del Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) a las gasolinas.

Realmente ese descuento fiscal en el costo de los combustibles ha evitado que la inflación general tenga un registro de dos dígitos y que con ello se afecte más la formación de otros precios.

El retiro de aranceles a las importaciones de varios productos alimenticios también sorprendió a más de uno y si bien abrir así el mercado es algo que tarda en aterrizar con beneficios tangibles en la medición inflacionaria, la apertura es una medida positiva para ese fin.

Claro, como hay un problema mundial con los precios de los alimentos, puede ser menos notoria la baja en la presión inflacionaria, pero siempre que haya menos barreras será mejor el resultado.

Ojalá que ese sea el camino que siga la administración del presidente López Obrador para contribuir a la estabilidad de los precios y no entre en una fase de desesperación que lleve a su gobierno a asumir medidas de corte autoritario, como el control de precios, que sean contraproducentes.

Y del otro lado, el Banco de México, además de quizá hacer buenos los pronósticos de un incremento a la tasa interbancaria de 75 puntos base, es necesario que su lenguaje ya sea claro y contundente contra la inflación.

Sin márgenes para buscar acomodarse a las señales, sino con una clara intolerancia a que la inflación se mantenga tan alta y por tanto tiempo.

Seguro que ya tomaron nota los banqueros centrales que sus decisiones ya afectan hoy también el tipo de cambio.

A diferencia de todas las decisiones que asumieron entre junio del año pasado y el mes anterior, cuando el tipo de cambio se mantenía estable y confiado a la pasividad de la Reserva Federal, ahora sí hay alteraciones cambiarias derivadas de los niveles de las tasas de interés.

Con el nivel de madurez financiera que ha mostrado el gobierno federal para manejar la inflación y con un poco más de contundencia del Banco de México, puede consolidarse el dique de contención de la inflación global que padecemos.

Dique de contención

Gasolinas

El eje de la contribución ha sido el sacrificio tributario de la recaudación del Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) a las gasolinas.

Aranceles

El retiro de aranceles a las importaciones de varios productos alimenticios es algo que tarda en aterrizar con beneficios tangibles en la medición inflacionaria.

Tasa de interés

El Banco de México ha utilizado su política monetaria con alzas a las tasas de interés. Este jueves es la próxima decisión.