Cuando López Obrador no pudo ocultar más que sus pronósticos económicos estaban totalmente alejados de la realidad, prometió elaborar un índice que midiera la felicidad
La historia de Pedro y el Lobo dice que el pastor llamó tantas veces de forma falsa a los pobladores por la presencia de un depredador que cuando realmente llegó el lobo a comerse a las ovejas ya nadie le creyó.
Bueno, pues el pastor financiero del gobierno mexicano una vez más nos llama a creer sus pronósticos de expansión del Producto Interno Bruto (PIB) para este año, cuando si algo ha caracterizado al gobierno de Andrés Manuel López Obrador es ser muy, pero muy, malo para atinarle a los pronósticos económicos.
Una vez más este año las estimaciones de crecimiento del PIB de la Secretaría de Hacienda son superiores a las del consenso de los analistas tanto nacionales como extranjeros, de los organismos internacionales y de diversas instituciones financieras.
Y ahora, el titular de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, refrenda el tope más optimista de las estimaciones gubernamentales y asegura que si México no crece este año 3% es porque se presentó una recesión mundial.
Ese es el nivel de confianza de este funcionario que, por el bien de este país que todavía no logra recuperar los niveles económicos que tenía antes de que empezara el régimen de López Obrador, ojalá tenga razón.
El problema es que Ramírez de la O tiene un jefe que hace dos cosas, asume políticas públicas que inhiben el crecimiento y al mismo tiempo lanza sus propios pronósticos económicos que descalifican a todos los demás, incluidas las estimaciones de Hacienda.
López Obrador prometió crecimientos de 4% los primeros cuatro años de su administración y de 6% los últimos dos y se estrenó con una recesión durante el primer año de gobierno provocada por sus propias políticas públicas.
México tuvo una de las peores recesiones del planeta derivada de la pandemia de Covid-19, porque este régimen rechazó ayudar a la gente ante la crisis.
El apoyo antinflacionario se ha dado a las gasolinas, porque llegan a los niveles sociales que más ruido político hacen y con todo y que se han gastado cientos de miles de millones de pesos en subsidios tributarios hoy los precios de las gasolinas siguen cerca de sus niveles máximos históricos.
Cuando López Obrador no pudo ocultar más que sus pronósticos económicos estaban totalmente alejados de la realidad, prometió elaborar un índice que midiera la felicidad. Tampoco ha podido cumplir esa promesa.
Así que, solo se ha quedado en el mundo de los otros datos, los datos mentirosos.
Así que, ahora que el secretario de Hacienda de López Obrador asegura que así llueva, truene o relampaguee, México va a crecer a 3%, es difícil de creer por todos los criterios económicos presentados al Congreso que han resultado fallidos, por todas las estimaciones sostenidas con más intenciones políticas que financieras y por lo que simplemente se percibe entre los agentes económicos.
El consenso de los analistas que consulta el Banco de México es que la economía va a crecer este año 0.98% y el Fondo Monetario Internacional estima 1.7 por ciento. Por mencionar solo un par de previsiones muy diferentes a la visión del pastor Ramírez de la O, que otra vez llama a la gente a creer que ahora sí, ahí viene el lobo.