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Los dos bancos centrales más influyentes del mundo han sido encabezados por mujeres y las dos lo han hecho de manera extraordinaria, pero no porque se cumplió con una cuota de género, sino porque ambas tenían la preparación, la experiencia y la inteligencia para esa función.

Janet Yellen tuvo puestos directivos en el sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) desde 1994, fue vicepresidenta del banco central de Estados Unidos del 2010 al 2014 y finalmente presidenta de la Fed del 2014 al 2018.

Fueron esos 20 años de experiencia en altos puestos directivos en la institución que se encarga de la política monetaria de Estados Unidos la que la llevó a encabezar al banco central más influyente e importante del mundo. Fue eso y no su condición de mujer en una sociedad inteligente que distingue capacidades y no cuotas.

Christine Lagarde, es francesa y es abogada, pero se abrió el camino para encabezar el Fondo Monetario Internacional a partir del 2011, lo que le dio la experiencia que requería la legislación de la Unión Europea para convertirse a partir del 2019 en la presidenta del Banco Central Europeo, el segundo banco central más influyente del mundo.

Hombres o mujeres, abogados o economistas, lo que piden las legislaciones de los países que toman en serio la conducción de sus políticas monetarias es que aquellos que van a tomar decisiones tengan experiencia y reconocimiento.

Esos bancos centrales llevados por expertos reconocidos tienen otras características básicas: la independencia, la autonomía y la distancia con el poder político de sus respectivos países.

El presidente demócrata de Estados Unidos, Joe Biden, tenía a su candidata para la Fed, Lael Brainard, pero prefirió dejar al actual presidente del banco, Jerome Powell, por su experiencia en estos momentos turbulentos, a pesar de haber sido candidato de Donald Trump. Fue una decisión inteligente, sin cuotas de género.

Está el caso contrario, otro país donde no contaba el género sino los impulsos autoritarios de su gobierno. En los primeros días del 2010, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, destituyó por decreto al gobernador del Banco Central de Argentina, Martín Redrado, y lo hizo argumentando “mala conducta”.

El autónomo gobernador se negó siempre a que se usaran las reservas internacionales de su país para los fines de gasto de Fernández. Ese gobierno populista y autócrata se hizo del control del banco central, de las reservas, de la política monetaria y con ello condenó a Argentina a una crisis de la que difícilmente podrá salir en muchas décadas.

No, en México no es un asunto de género como las legisladoras de Morena quieren presionar a las senadoras de otros partidos políticos para forzar el voto a favor de Victoria Rodríguez Ceja.

Es un tema de cumplir con la Ley del Banco de México, de que la autoridad monetaria esté encabezada por alguien con experiencia monetaria y sobre todo de una necesaria autonomía ante esas tentaciones, que la 4T ya convirtió alguna vez en propuesta legislativa, para tener acceso a las reservas internacionales del Banxico para sus planes político-electorales.