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Hay algo que como consumidores mexicanos no nos enteramos, salvo que estemos muy al pendiente de los futuros en los mercados financieros. Y eso es que los precios del petróleo han tenido una baja considerable desde el cierre del año pasado.

Y no nos enteramos porque nuestro contacto más directo con los hidrocarburos son los precios de las gasolinas y la realidad es que los precios de estos combustibles prácticamente no se han movido durante muchos meses en el país.

Sí, cuando los precios de los energéticos se dispararon en todo el mundo, el gobierno federal tomó la decisión política de no hacer enojar a los votantes con automóvil y se aplicó un descomunal subsidio fiscal, a través de cobrar poco o nada del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios.

Hasta la fecha se mantiene ese subsidio regresivo. Por ejemplo, esta semana hay un descuento de 43% del IEPS para la gasolina Magna, de 18% para la Premium y de 36% para el diésel.

Lo interesante de este subsidio es que parece una forma de matar dos pájaros de un tiro. Por una parte, el régimen se para el cuello con este sacrificio fiscal que espera algunos automovilistas le agradezcan.

Pero, por otro lado, tal parece que es una forma de transferir recursos a Pemex. Porque las gasolinas importadas de Texas, Estados Unidos, tienen hoy un precio promedio de 3 dólares por galón, unos 14 pesos por litro, pero hoy el precio promedio de esta misma gasolina regular en México es de 22 pesos.

En México ha muerto el mercado de la competencia y es Pemex el que fija el precio del combustible. Eso significa que entre el descuento fiscal y los consumidores el verdadero subsidio es para Petróleos Mexicanos que cobra los combustibles muy por arriba del precio de importación.

Eso sin contar que de acuerdo con las palabras presidenciales, el precio de producción de las gasolinas en México es mucho más bajo que el importado. Lo que seguro es una más de las imprecisiones, o afirmaciones no verdaderas, de las mañaneras.

Empieza a quedar claro que la baja en los precios de los combustibles en Estados Unidos es uno de los factores que explica la mayor desaceleración de la inflación, sobre todo en ese apartado de los precios volátiles.

En México es un hecho que todos esos cientos de miles de millones de pesos que se quemaron en subsidiar la gasolina durante el año pasado sirvieron para contener el incremento de la inflación general, pero también parece que en este momento esa resistencia a disminuir los precios a los niveles de los mercados internacionales es un lastre para que se acelere el proceso de baja en la inflación.

Algo que ayuda mucho a mantener los precios altos de las gasolinas es ese monopolio de la discusión pública que impone el Presidente en sus conferencias. Tantos distractores dan espacio para eso y mucho más.

Así que, cuando le digan que en cuatro meses los precios de los referentes petroleros han bajado más de 25%, créalo, aunque no lo disfrute en los precios que paga como consumidor en un país de precios controlados de facto como México.