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Piense que es cualquier día del 2019 y que lee usted que estamos cerca de una pandemia que habrá de confinar al mundo entero, matar a millones de personas y tirar la economía mundial en un escenario de recesión y alta inflación. Le resultaría poco creíble en ese momento.

O si a principios de este año alguien le hubiera dicho que el régimen de Vladimir Putin se atrevería a invadir un país de Europa del Este para hacerse del control de todo el territorio ucraniano del Mar Negro, lo habría pensado como impensable un lance suicida del gobierno ruso.

Tanto la pandemia de SARS-CoV-2 como las ocurrencias militares de Putin tuvieron señales previas que, por supuesto, es muy fácil ver hoy a toro pasado.

Las pandemias de la influenza H1N1 en México, la gripe aviar de Hong Kong o la de MARS en medio oriente, fueron eventos que nos mostraron que sólo hacía falta el virus correcto para que el mundo entero se contagiara.

La invasión de Crimea a manos del propio Vladimir Putin fue un antecedente exitoso del autócrata que no mereció mayores consecuencias internacionales, clara señal de que podría volverlo a intentar.

Bien, pues atención con esa clase de señales, porque algunas no son tan sutiles y ni tan pequeñas.

China y Estados Unidos son claros antagonistas comerciales, ese terreno ha sido el campo de batalla de una guerra desgastante para el mundo, pero el terreno militar no había estado presente entre las tensiones bilaterales por largo tiempo, hasta ahora.

No fue un desliz del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el advertir al régimen del presidente chino, Xi Jinping, que si se anexaba por la fuerza a la isla de Taiwán ello implicaría una intervención militar por parte de Estados Unidos.

Taiwán es una pequeña isla que ha mantenido una separación administrativa y política de China continental, es una democracia que el gobierno de Beijín reclama como parte de su territorio y por lo tanto que debe incorporarse a su yugo totalitario.

El ruso Vladimir Putin no puede presumir que le ha salido a la perfección su invasión a Ucrania, pero tampoco ve posible que occidente se atreva a hacerle frente en el terreno militar. Podría, con altos costos, salirse con la suya y esto es una inspiración para los chinos.

El gobierno de Beijín lleva meses aumentando la presión militar sobre Taiwán, al grado de que la pequeña isla considera inminente una incursión del régimen de Jinping.

China quisiera que una mañana de estas, occidente se despertara con la noticia de que consumaron la anexión forzosa de Taiwán, y que Europa y Estados Unidos siguieran en lo suyo sin más atención al tema.

Pero Joe Biden acaba de anunciar que eso no va a pasar, que había una intervención militar estadounidense en ese eventual conflicto y eso es una señal que no podemos dejar de ver.

Puede ser que este incremento en las tensiones entre chinos, rusos y estadounidenses sólo abonen a la nueva guerra fría que se anticipa y tengamos que vivir con ello largo tiempo.

Pero si aprendemos de la historia, más que un territorio en disputa, lo que podrían intentar es la imposición de un nuevo orden mundial con un nuevo polo hegemónico.