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Hay varias maneras de ver este día de febrero. La primera es entrar en pánico porque es viernes 13 y se relaciona la combinación con hechos terroríficos. Una segunda visión es verlo como la antesala del Día de San Valentín y por lo tanto iniciar los festejos con aquellos con los que compartamos el amor o la amistad. Una tercera salida es ver este viernes como un día común y corriente, uno más.

Tres perspectivas, las tres tan correctas como respetables, que nos confirman que cada quien habla como le va en la feria.

Así son las reuniones de expertos o las reuniones de consejo en las empresas. Sobre un mismo escenario cada uno de los participantes tiene su propio punto de vista, lo que cuenta son los consensos o bien las mayorías.

La reciente reunión de la Junta de Gobierno de México para tomar decisiones de política monetaria tuvo las características de este viernes. Algunos vieron un viernes 13 de espanto, otros están enamorados de los resultados de las reformas estructurales. Pero eso sí, aparentemente nadie ahí adentro ve que estamos en un escenario donde no pasa nada.

Para los que nos quedamos afuera de la sala de juntas donde se discute la política monetaria mexicana, todo se sabe a través de mensajes de amigos secretos, como cartitas de San Valentín de un anónimo que dice muchas cosas interesantes, intensas, pero sin poderle poner nombre y apellido.

En las minutas reveladas, los integrantes del órgano de decisiones ponen sus manos en la manivela de la política monetaria, a la que sí le pueden dar vuelta, al tiempo que señalan hacia los controles de la política fiscal donde no todos los presentes en ese salón tienen injerencia.

Alguno de los asistentes lanza el buscapiés sobre el peligro que representa para la inflación que ante el bajo margen de maniobra fiscal que tiene el gobierno de ajuste de sus ingresos y gastos optaran desde Los Pinos por un aumento en las tarifas de algunos de los bienes y servicios del sector público, para completar “el chivo” presupuestal.

Seguramente los que más insistieron en mandar señales de fortaleza fiscal y de corrección de los desequilibrios en las cuentas públicas fueron aquellos integrantes de la Junta de Gobierno que no tienen tareas en ese terreno fiscal.

Nadie le quita el ojo a la depreciación del peso frente al dólar, pero confían en que la holgura, como le llaman a la baja demanda, la baja confianza, los bajos salarios, sea suficiente para que no implique un impacto inflacionario. El principio es tan simple como que aquel que suba sus precios simplemente no tendrá a quién venderle.

A diferencia de los rumores que se dieron en los mercados durante las primeras semanas del año, al interior del banco central mexicano no hay quien avalara la idea de bajar las tasas de interés. Al contrario, no son pocos los que creen que poco ayuda una política laxa al crecimiento económico y que más valdría mandar mensajes de estar preparados para lo inevitable con el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos.

Tampoco hay consenso sobre cuándo podrá ocurrir eso desde la Reserva Federal. Unos ven una muestra de amor con el retraso del aumento hasta el 2016, otros avalan el día normal de al menos la mitad del año y hay quien adelanta un viernes 13 de un incremento preventivo.