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Hace cuatro años, la actriz Kate del Castillo difundió una carta a través de la red social Twitter, donde además de hacer una declaración de los principios morales, cívicos y religiosos que rigen su vida, envío un mensaje a Joaquín, el Chapo Guzmán, quien en ese momento se encontraba prófugo de la justicia después de su primera fuga. / El escrito de la actriz levantó ámpula en las redes sociales y demás medios de comunicación. El 11 de enero del 2012, El Economista difundió de manera integra el extenso comunicado donde la protagonista de la serie de televisión La Reina del Sur manifestó sus creencias y no creencias. “No creo en la manipulación, me tiene adormecida. El gobierno. La religión. La política. Los medios. La sociedad. La suciedad. Los que me juzgan y señalan pero también me exigen y me aplauden” (…) “No creo en el matrimonio, creo en el amor” (…) “No creo en el castigo ni en el pecado, no creo en cómo crecí creyendo que todo era pecado, hasta mi cuerpo; de hecho, no creo en cómo la Biblia nos manipula en algunos pasajes (los cuales seguro leyó Peña Nieto) (…) No creo en la Iglesia y en cualquier caso, no creo en la religión, pero sí creo en Dios, puesto que lo veo en mis ojos a través del espejo de todos los días (…) Creo en el bien (…). hoy creo más en el Chapo Guzmán que en los gobiernos que me esconden verdades aunque sean dolorosas”.

Luego del párrafo anterior, Kate aprovechó para dirigir una misiva directamente al narcotraficante. En mi columna del 12 de enero de aquel año, me ocupé de ésta, la cual transcribí y glosé entre paréntesis. A continuación la reproduzco con algunos cambios en mis comentarios.

“Sr. Chapo: ¿No estaría padre que empezara a traficar con el bien? Con las curas para las enfermedades, con comida para los niños de la calle, con alcohol para los asilos de ansianos (sic que no cree en la ortografía) que no los dejan pasar su últimos años haciendo lo que se les pegue la reverenda chingada” (aquí la actriz no especifica si el alcohol es para que los viejitos lo ingieran o para que se lo unten, lo que se llama darles una friega —¿otra?). Continúa la recomendación: “Con traficar con políticos corruptos y no con mujeres y niños que terminan como esclavos”. (Traficar es trasladar de un lugar a otro con objeto de vender, de manera ilegal, personas o mercancías. Con su sugerencia la artista se la pone difícil al capo: los políticos no son fáciles de transportar, porque son muy pesados, además, ¿quién y para qué va a comprar un político corrupto? ¿Para tener relaciones sexuales con él? Imposible. Médicos griegos de la antigüedad —Hipócrates y Galeno— consideraron que el síndrome de putrefacción moral se contagia de manera venérea).

En su mensaje, Kate conminó al Chapo a “quemar todos esos puteros donde la mujer no vale más que una cajetilla de cigarros” (hace tiempo que ni fumo ni asisto a un lugar de esos. De lo escrito por la autora del mensaje, infiero que las señoras que ofrecen sus servicios en esos sitios han bajado su cotización o los cigarros han subido de precio). “Sin oferta no hay demanda, expresó la actriz, tergiversando la ley de Jean-Baptiste Say, y culminó su epístola con un exhorto: “anímese don, sería usted el héroe de héroes, trafiquemos con amor, usted sabe cómo”.

El Chapo speaks

Seguramente, el ingenuo mensaje de Kate lo leyó o se lo leyeron al Chapo. La actriz le cayó bien al capo. Y cuando el jefe del Cártel de Sinaloa vio la bellísima imagen de la artista, quedó prendado de ella.

En alguna forma, actriz y narco lograron ponerse en contacto. El diario Milenio de hoy—ayer para usted que lee hoy— a través de un amplio reporte, firmado por su director y primera voz, Carlos Marín, da cuenta de la intercepción, realizada por el gobierno mexicano, de un intercambio de mensajes, desde el 25 de septiembre y hasta el 9 de noviembre del 2015, entre el licenciado Andrés Granados, que sirvió de enlace, y los susodichos Kate del Castillo y Joaquín Guzmán Loera.

Las conversaciones a través de Blackphone, con tecnología de encriptación, tenían como objetivo la posibilidad de hacer una película basada en la vida del Chapo. La inteligente Kate manejó la situación de forma tal que logró hacerse acompañar de su amigo Sean Penn, quien logró una entrevista con el “inaccesible” delincuente. La entrevista, con una fotografía de Penn con el narcotraficante, fue publicada por la revista Rolling Stone, el martes pasado, y delata dos cosas: una, que nuestras fuerzas de seguridad son vulnerables; dos, que Sean es pésimo entrevistador.

Por cierto, en el intercambio de mensajes entre el prófugo y la actriz jamás se habla de dinero alguno. Hago constar este hecho para aquellos que quieren quemar en leña verde a Kate y que la consideran traidora a la patria. Al no recibir dinero del capo, no hay delito que perseguir. Contactar a un fugitivo para planear un libro, una película o una obra de teatro no es delito según el Código Penal Federal.