Elecciones 2024
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Fueron tan fallidas las dos administraciones panistas del 2000 al 2012 que la sociedad mexicana creyó que el regreso del PRI al gobierno en el tercer período presidencial del siglo XXI sería benéfico para el país, en la creencia de que los dos sexenios de vivir fuera de Los Pinos había hecho reflexionar al tricolor y generado en el partido que gobernó durante 72 años del siglo XX un firme propósito de enmienda. Sin embargo, como se ha visto, el PRI regresó al poder federal con el mismo afán corrupto que tiene en su ADN multiplicado por 12 —los años que vivió fuera de él—. (Creo que el hecho de haber vivido en la calle federal de la amargura durante dos períodos presidenciales hizo que los priistas regresaran al poder con feroz apetito inmobiliario).

El PRI llega a la recta final del sexenio dedicado a Fray Bartolomé (De las Casas) en el tercer lugar de las preferencias electorales. Empero, esto no amilana al otrora llamado partidazo, quien a pesar de lo que indican las encuestas de opinión, celebró, el pasado sábado 12, su XXII Asamblea Nacional con un optimismo digno de mejor causa, el tono triunfalista de antaño y la simulación de siempre para, con ello, mandar un mensaje de unidad y disciplina a la ciudadanía y a la militancia.

Previamente, los días 8 y 9, se efectuaron cinco mesas temáticas de trabajo en 5 sedes, a saber: la del Programa de Acción en Toluca; la de Declaración de Principios, en Saltillo; la de Visión de Futuro en Guadalajara; la de Rendición de Cuentas y Ética en Mazatlán; y la de Estatutos en Campeche. Lo que cada mesa dictaminó fue comunicado a la Comisión Nacional del Dictamen del PRI, presidida por la Secretaria Nacional de Comité Ejecutivo Nacional, Claudia Ruiz Massieu, quien el día 11, víspera de la Asamblea, aprobó por unanimidad los dictámenes definitivos de las cinco mesas temáticas.

De éstas, la que despertó mayor expectativa fue la de Estatutos, misma que aprobó reformas al artículo 166 de las ordenanzas partidistas para abrir las candidaturas a ciudadanos simpatizantes del partido “que tengan prestigio y fama pública”; al eliminar el candado de tener 10 años de militancia y haber ostentado un cargo de elección popular para ser candidato (léase candadidato) a la Presidencia de la República. Al decir de los conocedores la reforma fue sugerida desde Los Pinos con el objetivo de facilitar la llegada a la candidatura tricolor de alguno de los favoritos del presidente Peña, llámese Aurelio Nuño, llámese José Antonio Meade.

Lo que sí es un hecho es que la precitada reforma le amplía a Enrique Peña Nieto el abanico de posibilidades de elegir al candidato del Partido Revolucionario Institucional, que no a su sucesor como ocurría en los buenos viejos tiempos cuando la marca PRI se imponía en el mercado electoral. La medida no fue recibida de manera unánime por el priismo; según un reportaje de José Gil Olmos publicado en el semanario Proceso que comenzó a circular el pasado domingo, el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz -de inmensa cola pisable-, manifestó: “No hay ánimo de ruptura pero la crisis del partido parece más crítica que en 1988. La militancia está hasta la madre de imposiciones”. Un priista de abolengo, el ingeniero electoral César Augusto Santiago, fue más lejos en su juicio sobre la modificación del artículo 166, sostuvo que con esa decisión el grupo que controla al PRI abandonó a su militancia y lo convirtió en franquicia. Anteponiendo su respeto por el presidente Peña, “líder del partido”, pronosticó la posible partida de la militancia a Morena “si la gente no ve que haya un esfuerzo por democratizar la vida de este país y del partido”.

Una concesión a la multicitada militancia fue la disposición a evitar que un priista salte de un cargo legislativo a otro por la vía plurinominal. Esto significa que Romero Deschamps el primero de septiembre del 2018 ya no tendrá fuero. No se necesita ser vidente para pronosticar que esta reglamentación va a ser impugnada ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) por uno o varios miembros de la cúpula (iba a escribir cópula) tricolor.

“El Presidencialismo, vivo y en operación”, cabeceó nuestro periódico El Economista el día de ayer el reportaje de la culminación de la XXII Asamblea Nacional del PRI en donde estuvieron los tres Enriques favoritos de los priistas: Enrique Peña Nieto, Enrique Ochoa Reza y, el más popular y anhelado, Enrique-Cimiento.

Para poner punto final a mi escrito quiero transcribir y comentar (entre paréntesis) dos expresiones que llamaron mi atención entre las consignadas en el reportaje al que aludo. Manlio Fabio Beltrones expresó: “El PRI va a construir un sistema con igualdad de oportunidad, no de conductas corruptas y monopólicas” (“Va a construir”, con todo respeto para don Manlio, no creo que en seis años haga lo que no quiso, no supo, o no pudo hacer en casi 8 décadas en las que ha sido gobierno). Por su parte la señorita Ruiz Massieu dijo: “El PRI seguirá siendo el partido que transforme a México”. (¿Que lo transforme en qué? En estercolero, albañal, pocilga o vertedero. Que la militancia de esta columna elija el sustantivo que crea conveniente).

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