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La semana pasada se otorgó el premio Nobel de Economía 2017 al economista estadounidense Richard Thaler en reconocimiento a sus contribuciones al estudio sobre la economía del comportamiento humano. Thaler es doctor en economía por la Universidad de Rochester y ha sido catedrático en reconocidas instituciones como la misma Rochester, Cornell, y la Universidad de Chicago.

El estatus de la economía como la más científica de las ciencias sociales es un tema altamente debatido históricamente. El debate suele avivarse cada vez que los economistas fallamos en el pronóstico de eventos económicos de gran magnitud y consecuencias. Uno de los ejemplos más claros y recientes es el hecho de que, con algunas notables excepciones, ningún economista pronosticó la crisis financiera y económica más grande de los últimos 75 años: la Gran Recesión que comenzó en el 2008.

Aunque el debate seguirá abierto muchos años, una de las razones detrás del fracaso radica en que los modelos de pronósticos de los economistas no siempre incorporan de manera adecuada los factores humanos y psicológicos que influyen en los patrones de comportamiento.

Los modelos económicos de comportamiento humano generalmente asumen que las decisiones individuales y conjuntas son altamente racionales. Sin embargo, la realidad nos ha hecho ver que los seres humanos no siempre toman sus decisiones de una manera tan racional como la mayoría de los economistas supone.

Esta situación se da por diversos factores, ya sea falta de información, límites cognitivos o factores psicológicos, entre otros. El trabajo de Thaler, sumado al de otros economistas como Robert Shiller (premio Nobel 2013) y Daniel Kahneman ha contribuido a demostrar que el proceso de toma de decisiones de los agentes económicos es altamente influido por el contexto particular en el que se forma el proceso de decisión, lo cual explica la persistente presencia de comportamientos aparentemente irracionales en las decisiones humanas.

Por ejemplo, el comportamiento racional de un individuo que cuenta con ahorros y una tarjeta de crédito, sería reducir sus ahorros —donde recibe una tasa de interés baja— para pagar el saldo de su tarjeta de crédito —donde paga una tasa de interés muy alta. Sin embargo, en la realidad muchos individuos optan por mantener un saldo en su tarjeta de crédito antes de reducir sus ahorros.

Este comportamiento irracional debe ser analizado en el marco de la aparente seguridad que genera mantener un cierto nivel de ahorro (el colchoncito) sin importar que para lograrlo se mantenga una deuda y se genera un costo financiero tangible. Esta situación, en la que el ser humano mantiene cuentas separadas en su cabeza entre lo que debe y lo que tiene es un simple ejemplo de cómo somos frecuentemente incapaces de tomar decisiones acertadas.

Otro ejemplo del trabajo de Thaler es la identificación del sesgo que tenemos los seres humanos a darle mayor valor a un objeto por el solo hecho de estar en nuestra posesión (el ejemplo más claro es el de una vivienda donde inicialmente el vendedor frecuentemente sobreestima el valor de su vivienda).

El trabajo de Thaler ha sido fundamental en reconocer los límites del ser humano e incorporar el gran peso que tienen los comportamientos irracionales en la toma de decisiones subóptimas.

Sin embargo, las contribuciones más valiosas de Thaler han sido en la forma de recomendaciones específicas de política económica emanadas de sus estudios para generar los marcos y contextos adecuados que faciliten a los seres humanos llegar a mejores decisiones. Los estudios de Thaler hacen de la economía una ciencia más completa.