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La semana pasada se dio a conocer que el Premio Nobel de Economía 2014 fue otorgado al economista francés Jean Tirole, doctor en economía por el MIT y catedrático de la Escuela de Economía de Toulouse, por sus contribuciones al estudio de la Organización Industrial enfocados en el equilibrio competitivo de los mercados y la regulación de sus participantes.

Por segundo año consecutivo, el Premio Nobel de economía ha sido otorgado a estudios que se enfocan en la ineficiencia de algunos mercados y su impacto sobre los precios y la calidad de los bienes y servicios.

El análisis de mercados de las corrientes clásicas y neoclásicas de la teoría económica parte de la hipótesis de mercados eficientes en los que los participantes interactúan de tal manera que la determinación de precios y la calidad de los bienes o servicios en cuestión se determinan de manera competitiva y eficiente. Sin embargo, en la realidad, la falta de competencia en una gran cantidad de industrias tiene como consecuencia la presencia de precios altos y una calidad deficiente en los bienes y servicios.

La competencia es una condición necesaria para el buen funcionamiento de los mercados, contribuyendo a un proceso de formación de precios transparentes, a la innovación, la productividad y el bienestar de una sociedad.

El trabajo de Tirole se destaca por el desarrollo de un marco teórico unificado y riguroso para analizar el comportamiento de los mercados que no son perfectamente competitivos y las consecuencias sobre sus participantes: consumidores, proveedores, competidores y reguladores.

Sin embargo, Tirole no solamente desarrolló un marco teórico que fue mejorando durante los últimos 30 años, sino que realizó estudios muy relevantes sobre industrias oligopólicas específicas, en conjunto con su colega Jean-Jacques Laffont (que falleció en el 2004), como la de telecomunicaciones, electricidad y financiera.

Asimismo, Tirole llevó a cabo estudios sobre la regulación pública de los monopolios naturales, la colusión entre agencias regulatorias y empresas dominantes, la utilización del poder monopólico a través de la integración vertical de industrias, dinámica contractual y las fricciones que propician que en algunos mercados los compradores y vendedores lleguen a resultados subóptimos.

Para Tirole, la intervención del estado en algunos mercados se vuelve necesaria para promover un funcionamiento eficiente. Esto no se debe confundir con una participación directa del estado en la producción, distribución o venta de bienes y servicios como en el pasado. Para Tirole, el estado debe jugar un papel de árbitro independiente, definiendo las reglas del juego para promover la competencia y evitar el abuso de los agentes que tienen poder excesivo en ciertos mercados.

Sin duda, la contribución más trascendente de los estudios de Tirole es que contribuyen a formular conclusiones normativas prácticas que permiten a los reguladores tomar medidas eficaces para mejorar el funcionamiento de mercados que no se caracterizan por ser realmente competitivos.

Sus estudios han ayudado a tomar medidas concretas como el diseño de políticas de tarifas de interconexión en los mercados de telecomunicaciones y las tarifas de intercambio de tarjetas de crédito en Europa.