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La semana pasada, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) presentó a la Cámara de Diputados el paquete económico del 2015. Sin duda una de las variables donde hay un mayor escrutinio es la meta de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para el 2015, donde la proyección es de 3.7%, cifra ligeramente inferior a 3.9% contemplada en el paquete económico del 2014 pero muy superior al estimado oficial más reciente de crecimiento para el 2014 de 2.7 por ciento.

El paquete económico está elaborado con base en un entorno económico internacional donde las condiciones de crecimiento han venido mejorando de manera paulatina aunque dispareja.

Mientras nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, parece por fin estar entrando a una etapa más robusta de recuperación, la eurozona y algunas economías emergentes se encuentran al borde de una nueva recesión.

En cuanto al proyecto de Presupuesto de Egresos y la iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación, se contempla un déficit público de 1% como lo define la SHCP. Si aplicamos una definición más amplia para incluir el gasto de inversión de las empresas productivas del Estado y los proyectos de inversión definidos como de alto impacto económico y social, el déficit fiscal equivaldría a 3.5% del PIB. Para alcanzar el déficit de 1%, la SHCP planea un crecimiento de 1.0% en los ingresos del gobierno y un aumento de 0.9% por el lado de los gastos.

Por el lado de los ingresos, el crecimiento se explica principalmente por un incremento de 5.0% en los ingresos no petroleros y una caída de 7.2% en los ingresos petroleros. El incremento más fuerte viene por el lado de los ingresos tributarios, donde se anticipa un aumento de 7.2% impulsado por una mayor recaudación de ISR, IVA y IEPS. Este aumento en la recaudación se da sobre una base que ya incluye un incremento significativo en el 2014 derivado de la reforma fiscal.

Para el 2015 la expectativa es que el aumento esté más relacionado al crecimiento económico y un incremento en el número de contribuyentes, ya que no hay ningún cambio en cuestión de nuevos gravámenes. Por el lado de los ingresos petroleros la caída se explica por un menor precio de referencia para la mezcla mexicana y una disminución en la producción de crudo.

En un entorno sin sobresaltos en EU, la meta del gobierno parece alcanzable, pero queda la gran incógnita de cómo responderá la demanda interna en el segundo año de la reforma fiscal. Para los más optimistas, el impacto restrictivo de los nuevos impuestos fue un golpe de “una sola vez” a la confianza de los consumidores y las empresas que debería digerirse en su totalidad en este 2014. Sin embargo, hay varios especialistas más pesimistas que anticipan un segundo impacto negativo en el 2015 para la confianza de las empresas y los consumidores derivado de la no deducción de las prestaciones laborales a los trabajadores. Aunque este cambio ya ha estado vigente durante todo el 2014, algunos especialistas argumentan que a partir del 2015, cuando las empresas tengan que hacer sus pagos mensuales provisionales con el coeficiente fiscal del 2014 (que es mayor al del 2013), habrá un nuevo impacto negativo que podría provocar despidos o en el mejor de los casos un incremento en la informalidad.

El 2015 sin duda debería ser un mejor año que el 2014 en muchos aspectos, pero la clave en el lado doméstico está en cómo gastará e invertirá el gobierno el alza en los recursos adicionales, resultado de la reforma fiscal.