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La semana pasada el precio del oro se cotizó por debajo de mil 200 dólares por onza por primera vez desde el 2010. Después de alcanzar un máximo histórico de mil 900 dólares en septiembre del 2011, el oro se mantuvo en un rango de entre mil 500 y mil 800 dólares hasta abril del 2013, cuando comenzó una caída estrepitosa de tres meses que llevó su precio hasta casi mil 200 dólares por onza en julio.

Sin embargo, entre julio y septiembre, el precio del oro repuntó hasta situarse por arriba de mil 400 dls./oz, situación que fue temporal, ya que al cierre del 2013 el precio se ubicaba nuevamente cerca del soporte de mil 200 dls./oz. Entre enero y abril se dio un rebote importante que llevó la cotización del oro por arriba de mil 300 dls./oz, nivel alrededor del cual estuvo oscilando hasta finales de septiembre. El precio actual marca el nivel mínimo de los últimos cuatro años y medio y ha llevado a varios analistas a concluir que la racha positiva de 12 años en la que el oro pasó de 250 a mil 900 dls./oz ha terminado y que la cotización del metal amarillo podría descender hasta 800 dls./oz, su nivel máximo entre 1997 y el 2007, un año antes de que comenzara la crisis.

Al igual que todos los bienes y servicios, el precio del oro está determinado por la oferta y la demanda. Sin embargo, en el caso del oro la oferta es bastante estática, ya que está determinada por el nivel de explotación de las minas de oro en operación actualmente y el nivel de actividad en la exploración de nuevos yacimientos, por lo que la demanda juega un papel mucho más visible en la determinación del precio de este metal.

La demanda de oro depende de diversos factores determinantes que no siempre tienen el mismo peso. En la actualidad, la demanda de oro ha disminuido significativamente ante la evidencia, cada vez mayor, de que la recuperación económica en Estados Unidos va ganando consistencia y que el mercado asigna cada vez una menor probabilidad a los escenarios más catastróficos para la economía global.

El oro ha sido tradicionalmente un activo refugio y su demanda aumentó considerablemente durante la crisis. Adicionalmente, el fortalecimiento del dólar ante la perspectiva favorable de la economía estadounidense y la inminente normalización de la política monetaria en ese país ha disminuido la demanda de oro como moneda de reserva. Durante la crisis, la incertidumbre sobre el rumbo del dólar relacionada a las masivas inyecciones de liquidez por parte de la Fed y el deterioro en la posición fiscal de EE.UU. restaron atractivo al dólar como principal moneda de reserva y los bancos centrales comenzaron a acumular oro.

Asimismo, el dólar ha sido tradicionalmente un activo refugio durante periodos de alta inflación, pero hasta ahora, las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales no han tenido consecuencias inflacionarias.

Actualmente vivimos en un mundo donde la inflación brilla por su ausencia e inclusive existen riesgos de deflación importantes en algunos bloques económicos como la eurozona.

Aunque cualquier sobresalto en el entorno global podría provocar cierta migración a activos con características defensivas como el oro, se ve difícil que el oro tenga un rebote importante en el mediano plazo, mientras la recuperación económica en Estados Unidos se siga consolidando. Aunque el oro podría continuar perdiendo valor, hay quienes ven la necesidad de mantenerlo en sus carteras como protección ante escenarios complicados y de incertidumbre.