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México es un mercado resistente.

La mala noticia del anuncio de mantener las subastas diarias de dólares de aquí a septiembre es que hay un adelanto de la Comisión de Cambios sobre que las condiciones de volatilidad se habrán de mantener por algún tiempo más.

La buena noticia es que hay suficientes canicas para jugar y ser uno de los países emergentes que se vean menos vulnerables para especular en los momentos más críticos de la volatilidad.

El nombre del juego es disponibilidad. La especulación se alimenta de la posibilidad de escasez. Si en el mercado hay suficientes dólares para todo aquel que quiera convertir sus pesos, se quita ese componente y se toma con más calma la decisión.

Esa disponibilidad tiene que estar respaldada en una economía que soporte la divisa, no en contar con las mejores imprentas de papel moneda que haya en el mundo.

Si usted es un turista mexicano promedio se dará cuenta de al menos un par de cosas cuando viaja al extranjero. La primera es que muchas de las tiendas donde solía hacer sus compras se han convertido en simples museos para usted, donde ve los artículos desde el aparador y ya no desde el probador.

Lo segundo que habrá notado es que si de turistas latinoamericanos se trata hay un dominio de argentinos, que hoy le sacan brillo a sus artificialmente revaluados pesos, y en lo que llega su siguiente crisis se dejan ver con su poder de compra.

Son dólares a mejor precio frente a la moneda local, pero menos accesibles para quien los quiera.

El caso más extremo y de foco rojo es el de Venezuela, donde la irrealidad en que vive el gobierno de Nicolás Maduro le hace imaginar que puede mantener una paridad del bolívar frente al dólar de 6.30, cuando en el mundo real la paridad del mercado negro superó ya los 400 bolívares por dólar.

Así, lo de Venezuela es un abismo, lo de Argentina es una advertencia y lo de México es un mercado resistente que si bien está lejos de tener una moneda madura sí es de las más competitivas del mundo emergente.

Ahora que vemos en septiembre la siguiente gran apuesta de los mercados para el primer aumento en las tasas de interés de Estados Unidos es muy difícil aspirar a una estabilidad cambiaria.

En este triatlón financiero estamos en una etapa de carrera de resistencia, en la que hay que mantener el paso por muchos kilómetros. Vendrán otros momentos de hacer un sprint y correr en contra de los mercados en su peor momento de turbulencia.

La pesificación de la economía mexicana es, dentro de lo detestable que puede ser la volatilidad cambiaria, una buena consecuencia. La inflación baja ha provocado que muchos agentes económicos cambien sus precios a pesos mexicanos para no salir del mercado.

Hay bienes con insumos importados que tienen que sacrificar su margen, pero hay otros como los bienes raíces que siempre han buscado la solidez del billete verde para construcciones en suelo nacional. Ahí, algunos se comercializan hoy en pesos. La subasta diaria de dólares es la mejor garantía de tener liquidez, no de contar con un nivel fijo para el cambio del peso.