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La creciente posibilidad de que las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China se conviertan en una guerra comercial que vaya para largo es una mala noticia para la economía global y los mercados. Sin embargo, el hecho de que México haya concluido las negociaciones sobre la modernización del Tratado de Libre de Comercio de América del Norte con Estados Unidos y Canadá pone a nuestro país en una posición privilegiada en medio de esta guerra comercial.

Debemos recordar que la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), en septiembre del 2001, significó un golpe muy importante a las exportaciones de México, principalmente al sector manufacturero.

De acuerdo con datos incluidos en una nota publicada en el 2012 por el área de Estrategia para América Latina de Citibank, la participación de México en las exportaciones globales no sólo detuvo su tendencia ascendente sino que disminuyó de 2.6% en el 2000 a 2.2% para el 2003. En el mismo periodo, la participación de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos como porcentaje de las exportaciones globales a ese país pasó de 12 a 10 por ciento.

Adicionalmente, las exportaciones mexicanas a todo el mundo pasaron de crecer 11.4% anualmente en promedio durante 1990 y el 2003, a una caída de 5% en el 2001 y crecimientos de apenas 1 y 3% anual en el 2002 y el 2003.

Por otro lado, las exportaciones de China a Estados Unidos se duplicaron entre el 2001 y el 2004, pasando de 54,000 millones a 125,000 millones de dólares anuales. En la actualidad, las exportaciones de China a Estados Unidos suman aproximadamente 500,000 millones de dólares, mientras que las de México alcanzan 314,000 millones de dólares.

La fuerte desaceleración del sector exportador entre el 2001 y el 2004 tuvo un impacto muy negativo en el empleo formal. A pesar de la fuerte especialización de algunas industrias manufactureras en México y las ventajas de la proximidad geográfica a Estados Unidos, muchas empresas estadounidenses decidieron migrar sus plantas a China para aprovechar las ventajas ofrecidas por salarios significativamente menores, un yuan subvaluado y regulaciones ambientales más laxas.

Aunque en los últimos años las exportaciones mexicanas venían recuperando competitividad ante China a causa de la apreciación del yuan y la pobre protección a la propiedad intelectual en China, una guerra comercial prolongada entre China y Estados Unidos podría acelerar este proceso de manera importante.

Adicionalmente, el incremento en los precios del petróleo está generando un considerable aumento en los costos de transporte de mercancías, lo cual vuelve a México aún más atractivo como centro de manufactura y logística para el mercado norteamericano.

A pesar de que la competitividad mexicana sigue siendo limitada por factores como un Estado de Derecho débil, bajos niveles de educación, una infraestructura deficiente y la presencia de monopolios públicos y privados que implican costos elevados de servicios básicos, nuestro país ha logrado atraer grandes inversiones en industrias tradicionales (automotriz, electrónicos y línea blanca), pero también en nuevas industrias como la aeroespacial, la de equipos y prótesis médicas y la de software.

Si la economía global no es descarrilada por la guerra comercial, México podría recibir un impulso exportador mucho mayor del experimentado en la última década.

Sin embargo, México debe trabajar arduamente para detonar el crecimiento de la productividad que lleva la mayor parte de las últimas dos décadas estancada. No podemos confiar en que la mejoría en la competitividad esté principalmente relacionada a factores exógenos.