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Después de alcanzar su nivel mínimo frente al dólar en los últimos 13 años a principios de este año, el euro se ha apreciado 15 por ciento —de 1.04 a 1.20 euros por dólar—, alcanzando su mayor nivel desde finales del 2014. Esta apreciación se ha dado a pesar de la gran divergencia en políticas monetarias entre el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal (Fed). Mientras que el BCE ha mantenido una serie de estímulos monetarios sin precedente, incluyendo inyecciones masivas de liquidez y una política de tasas de interés negativa para los bancos que depositan sus excedentes de liquidez con el banco central; la Fed se encuentra en plena etapa de normalización. Primero, concluyendo con el plan de inyecciones de liquidez; después comenzando a elevar las tasas de interés y ahora retirando liquidez del mercado gradualmente.

¿Qué ha sucedido en lo que va del año para explicar la apreciación del euro frente al dólar? Por un lado, después de una fuerte apreciación durante el 2016 y especialmente a partir del triunfo electoral de Donald Trump, el dólar se ha debilitado frente a prácticamente todas las monedas de sus principales socios comerciales en lo que va del año.

De acuerdo al índice que utiliza la Fed para medir el desempeño relativo del dólar frente a una canasta de monedas de los principales socios comerciales de Estados Unidos
, conocido como el Trade Weighted US Dollar Index, el dólar había alcanzado, en enero de este año, su posición más fuerte desde el 2003. El índice, que comenzó a computarse en 1998 con un nivel inicial igual a 100 (una apreciación del dólar refleja un aumento en el valor del índice mientras que una depreciación implica una disminución en el valor del mismo) pasó de un nivel de casi 97 a principios de enero del 2017 a uno cercano a 86, su nivel más bajo desde principios del 2015. Aunque parte de esta disminución se debe a la apreciación del euro, la debilidad del dólar ha sido amplia a pesar de la normalización de la política monetaria de la Fed.

Dado que los factores monetarios y los diferenciales en tasas de interés que suelen explicar una buena parte de los movimientos de mediano y largo plazo de las paridades entre monedas, es importante considerar otros factores. En este caso, el factor más evidente es el político. A partir del 2014 el euro se ha visto presionado a la baja por las constantes amenazas de una posible desintegración de la eurozona y la persistente crisis fiscal y económica de varios de sus miembros.

Esta crisis política se agravó con el Brexit y con los avances en las encuestas de movimientos nacionalistas en Francia e Italia. Sin embargo, el triunfo contundente de Macron en Francia y la fortaleza en las encuestas del partido de Angela Merkel en Alemania apuntan hacia una mayor integración de la eurozona.

El fortalecimiento político y una saludable recuperación de la eurozona han contribuido a fortalecer el estatus del euro como moneda de reserva. Por el otro lado, el dólar se fortaleció de manera importante a partir de la elección de Trump por dos factores principales: i) la amenaza de políticas comerciales proteccionista; y ii) la expectativa de que un ambicioso plan de estímulos fiscales e inversión en infraestructura forzaría a la Fed a implementar una política monetaria más restrictiva.

La falta de avances en la agenda legislativa de la nueva administración ha disminuido la probabilidad de implementación de un plan de estímulos fiscales en el corto plazo.

Asimismo, la ausencia, hasta ahora, de acciones disruptivas en el frente comercial también han hecho pensar a los mercados que la retórica proteccionista está enfrentando una gran resistencia por parte del establishment. Aunque estos factores podrían cambiar, también es muy posible que el BCE comience un proceso de normalización de su política monetaria en los próximos meses, lo cual podría seguir apuntalando al euro.