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El pasado 6 de julio titulé mi columna: “Roberto Sandoval ¿será detenido aquí o en el extranjero?”. En mi trabajo decía yo que la Procuraduría General de la República debería ponerle al gobernador de Nayarit, a dos meses y días de dejar el cargo, marcaje personal ya que el diputado federal Guadalupe Acosta Naranjo y el presidente municipal con licencia de Tepic, Leopoldo Domínguez, hicieron la denuncia, a la que se unieron legisladores y dirigentes partidistas del PAN, PRD, PT y Morena, ante la Subprocuraduría Especializada en la Investigación de Delitos Federales (SEIDF) en su contra por la probable comisión del delito de enriquecimiento ilícito.

Evoqué la fuga de los tres goberladrones que desde tiempo antes de terminar sus periodos de gobierno tenían acusaciones y sospechas de enriquecimiento ilícito y otros delitos, y, sin embargo, la institución, a la que los mexicanos le decimos de cariño: la pinche Procu, se hizo como la mamá del muerto -pendeja para no dar café- y los tres pájaros de cuenta (uno más nalgón que los otros) volaron. Esta trinca infernal fue constituida por las finísimas personas que responden a los nombres de Javier Duarte de Ochoa, alias Javier “N”, Roberto Borge, al que muy pronto también le diremos Roberto “N”, y el más suertudo de los tres, César Duarte Jáquez, quien vive en El Paso, Texas, sin que ninguna autoridad lo persiga. Según estudios demoscópicos realizados recientemente en la norteña entidad sobre la popularidad del célebre político nacido en Parral y que se llevó al baile a todo Chihuahua, 95% de la población opina que chingue a su madre, 4% prefirió permanecer callado dada la posibilidad de que sean los padres del distinguido personaje, 1% restante opinó que las dos cosas.

Expresé en el escrito de marras que tal vez Roberto Sandoval Castañeda, de quien se dice que cuando llegó al poder sólo poseía una casa en Guadalajara, valuada en 2 millones de pesos, y ahora es dueño de un rancho donde cría caballos y ganado vacuno y porcino, podría tener en su contra para que las autoridades no actuaran de manera omisa, como en el caso de sus excolegas correlones, la relación sostenida con quien fuera su fiscal Edgar Veytia, detenido en San Diego California, Estados Unidos, acusado de narcotráfico. Llegó a suponerse que don Roberto y don Edgar podrían haber realizado uno que otro negocio ilegal al amparo del poder.

El jueves de la semana pasada en el noticiero Con Puig a las Diez que se transmite por Milenio TV, la periodista Liliana Padilla realizó un reportaje desde tierras nayaritas. Al primero en entrevistar fue al protagonista de esta columna, el todavía gobernador Sandoval Castañeda, quien manifestó lo siguiente: “Yo en el tema narcotráfico no meto las manos (en la grabación dijo ‘menos’ pero eso es lo de manos) al fuego por él. Hay dos fiscales, el que yo conocí siempre en un combate directo a la delincuencia, en una cooperación con la Marina, en una cooperación con el Ejército, en una cooperación con el Cisen, en una cooperación con todo (‘todo’ incluye la Cruz Roja). Al fiscal que se cuenta en el tema de la gran noticia del narcotráfico. Puedo decir que el fiscal Edgar Veytia, que yo conozco, que viene conmigo desde tránsito, desde presidencia municipal y todo (ya quedamos que ‘todo’ incluye a la Cruz Roja a la que mandó a varios ) no se parece al fiscal que dicen (¿Suplantación de identidad?). Es más, inclusive, el mote del Diablo que le dicen, es mentira”. (Aquí me imagino a Kiko, el personaje amigo del Chavo, moviendo el dedo índice frente a la cara del góber al tiempo que dice: ¿Satanás? ¿El Demonio? ¿Su ángel de la guarda? Me doy).

Posteriormente la reportera salió a la calle para entrevistar a los ciudadanos y acusar categóricamente que Edgar Veytia ha cometido delitos “como asesinatos, extorsión, despojo, detención arbitraria y violación a derechos humanos”, y lo comprueba con una serie de entrevistas a presuntas víctimas del señor Veytia. La que más me impresionó fue la de Francisco, un campesino que aceptó vender, en 6 millones de pesos, sus tierras: 50 de las 68 hectáreas del Rancho la Resolana, predio contiguo a 300 hectáreas, que, según los abogados que se acercaron a ofrecerle dinero, eran del gobernador Sandoval. La adquisición de esas tierras permitiría el acceso directo a la Autopista. Dice Francisco: “Lo asustan a uno y la fregada. (…) Me llevaron a la fiscalía y me metieron al bote. Ese fiscal rata, ese que estaba ahí, ese con lana. Le dieron lana, le ofrecieron. Y luego me meten al bote y me bajan todo lo que tenía, hasta lo que me habían dado me lo quitaron”.

Usted puede ver el reportaje completo con sólo googlear: Con Puig a las Diez y darle clic a la emisión del 27 de julio. Si ya está en la página, contacte la transmisión del 1 de agosto, donde el gobernador Sandoval se declara impoluto. Junto a él la madre Teresa de Calcuta era una chica de Sullivan. ¿La verdad? No creo que sea ingenuo. Es un cínico.