Es el momento ideal de ajustar más el gasto, sobre todo el gasto corriente Convocar a una conferencia de prensa de emergencia en la madrugada para decir que se van a esperar para tomar decisiones financieras fue un exceso que puso más nervioso al mercado cambiario. Por lo demás, el mensaje del secretario de Hacienda, … Continued
Es el momento ideal de ajustar más el gasto, sobre todo el gasto corriente
Convocar a una conferencia de prensa de emergencia en la madrugada para decir que se van a esperar para tomar decisiones financieras fue un exceso que puso más nervioso al mercado cambiario.
Por lo demás, el mensaje del secretario de Hacienda, José Antonio Meade, de esperar a ver efectos reales en las áreas de interés de México para tomar decisiones de respaldo financiero es la actitud correcta.
Después de la descripción de las condiciones económicas y financieras que tiene México vino una parte crucial del mensaje: estarán atentos para actuar oportunamente en materia monetaria y cambiaria.
Aislé de manera intencionada la otra variable que prometió el secretario Meade para utilizar como medida de contención: la parte fiscal.
Subir las tasas o inyectar dólares al mercado cambiario puede tener un efecto inmediato en los indicadores financieros, especialmente en el tipo de cambio que tanta tensión genera en la opinión pública, pero no tiene que ser eje rector de las decisiones cuando su impacto ha sido francamente menor en el resto de los indicadores económicos y financieros.
Sin embargo, como las razones son tan externas como el triunfo del candidato republicano en la elección de Estados Unidos y el impacto es tan extendido como ancho es el mundo, duraría poco el efecto paliativo del dinero más caro y los dólares soltados al mercado.
Por ello es que ante la innegable realidad de que este pasado martes la suerte de México cambió, hay que tomar medidas más permanentes y más radicales para que en este nuevo normal de un país vecino, previsiblemente más hostil, no suframos un castigo mayor de los capitales.
Ahí es donde la promesa de hacer el ajuste fiscal que se necesite cobra relevancia.
Es verdad que el Paquete Económico que se propuso al Congreso y que ya logró su aprobación en la parte de los ingresos está diseñado, quizá con timidez, para iniciar una corrección de los desequilibrios provocados durante los últimos años.
Es también cierto que Pemex ha presentado un plan de negocios que no tuvo fuegos artificiales, pero que también promete un cambio en la mentalidad financiera de la empresa tan pronto como llegue el próximo año y la promesa de un superávit primario.
Es totalmente correcto que se ha logrado una eficiencia recaudatoria que ha elevado los ingresos tributarios y es verdad que hoy la hacienda pública está en las mejores manos posibles para una labor tan complicada.
Pero ante la emergencia que plantea el que Trump despache en la Casa Blanca dentro de 70 días, lo que sigue es profundizar y acelerar la velocidad de corrección fiscal.
Ya se aprobó la Ley de Ingresos, pero su Acuerdo de Certidumbre Tributaria tiene un apartado donde habla de casos de emergencia para mover impuestos y éste es uno de ellos.
Pero sobre todo está en marcha la discusión de cómo gastar lo que se proyecta ingresar, es el momento ideal de ajustar más el gasto, sobre todo el gasto corriente de todos los poderes y niveles de gobierno, para poner la disciplina financiera de nuestro lado para los momentos tan difíciles que vienen, sin lugar a dudas.