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En las reuniones de política monetaria había un desfase entre la Fed y Banxico.

Queda en la historia del surrealismo mexicano aquella oposición de Andrés Manuel López al horario de verano, argumentando que el gobierno mexicano lo único que buscaba era homologar el funcionamiento de los mercados bursátiles.

Cuando Estados Unidos volvió a cambiar las reglas de su propio horario de verano, simplemente la Bolsa Mexicana de Valores cambió su horario de funcionamiento y hay algunas semanas del año que abre y cierra más temprano. Así de fácil como para desmentir las paranoias enfermizas.

Lo cierto es que México tiene una dependencia financiera de Estados Unidos, así es y así hay que asumirlo sin tapujos, porque fingir lo contrario puede resultar en riesgos financieros adicionales.

Por eso es que el Banco de México no tiene por qué inventar pretextos para modificar su calendario de reuniones de decisión de política monetaria. Simplemente adapta sus encuentros al calendario de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos.

Había un desfase inconveniente y hasta peligroso entre la fecha de anuncio de decisiones de la potencia y las fechas de decisión de este mercado emergente.

La reacción de los mercados se mide segundos después de conocer una noticia del tamaño del aumento de una tasa de interés tan importante como la de referencia de la Fed.

Los integrantes de la Junta de Gobierno del Banxico han dejado totalmente claro que ante el comportamiento del Producto Interno Bruto y de la inflación mexicanos, lo que habrá de determinar la suerte de las tasas de interés serán las decisiones de alza en Estados Unidos. Por lo tanto, nada como estar alineados para reaccionar con total oportunidad.

Y por si quedaba alguna duda de la liga directa de la suerte financiera de México con lo que ocurre en Estados Unidos, ahí está el dato de la creación de empleos vía el reporte de ADP que se juntó con Grecia para llevar el dólar a los 16.08 pesos.

La creación de empleos menor a lo esperado en la nómina no agrícola de junio enfrió un poco las calenturas de los mercados, pero la recuperación dinámica de la economía más grande del mundo está en marcha.

El peso ha seguido la suerte de la mayoría de las monedas emergentes durante los últimos meses, pero junio tuvo un comportamiento diferente y ni qué decir de estos primeros días de julio cuando está claro que el componente especulativo está presente en el tipo de cambio.

La volatilidad es el escenario perfecto para la especulación y hay que cuidar al máximo que esa práctica de mercado apunte sus baterías contra la moneda mexicana.

Por eso, entre las medidas estructurales como los recortes al gasto, el aumento de ingresos y la corrección del déficit público, hay que tomar otras determinaciones de contingencia porque la tenencia de instrumentos financieros mexicanos en manos de extranjeros es alta y eso es un riesgo.

Evidentemente, el aumento de la aversión al riesgo por la crisis griega implica elevar el grado de alerta y no hay ninguna medida pequeña que se deba obviar y ese cambio en el calendario del banco central ayuda mucho al envío de las señales correctas.