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Hace exactamente 20 años este país se recuperaba de una de sus peores crisis financieras y económicas, gracias al sector exportador.

Se estrenaba el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que facilitaba el intercambio de mercancías, porque bien sabía el gobierno de Washington que de ello dependía que México le pagara o no el préstamo extraordinario que el presidente Clinton había realizado para apuntalar a su vecino del sur.

Y así sucedió, el sector exportador despegó de una manera notable y junto con la exportación petrolera, la economía mexicana encontró un soporte para levantarse de los suelos del error de diciembre.

Este año nuevo también promete ser propicio para ese sector exportador, siempre y cuando dejemos fuera de los buenos augurios a las exportaciones petroleras.

Lo que vive hoy Petróleos Mexicanos (Pemex) es una situación crítica donde el precio del crudo se encuentra muy bajo y sus niveles de producción se han derrumbado ante la falta de inversiones y los problemas financieros de la propia empresa.

La reforma energética no alcanza a tapar el tamaño del boquete financiero que ha dejado su pasivo laboral y lo oneroso de su relación obrero-patronal.

Pero el resto de los exportadores, que hoy venden nueve de cada 10 dólares de lo que se comercia con el extranjero, tienen por delante la puerta de un paraíso comercial que deben encontrar la manera de cómo traspasar.

Estados Unidos está en franco proceso de recuperación, su economía tiene un despegue sólido que pinta para tener un robusto y prolongado ciclo alcista. Hay algunas heridas de la crisis, como el nivel de recuperación de la fuerza laboral y falta que los más escépticos tomen sus billeteras y empiecen a gastar, pero la recuperación es sólida. Los precios de los energéticos tan bajos apuntalan la confianza y dejan un margen mayor disponible para el consumo de otros bienes.

Y los exportadores mexicanos dejan escapar una sonrisa cada día que la cotización del peso frente al dólar ronda los 15 por uno. Porque siempre el coraje de un turista es la alegría de un industrial exportador.

No es algo sano para la economía, ni siquiera para los exportadores, que el tipo de cambio se mantenga en los niveles actuales de 15 pesos por dólar, los riesgos inflacionarios existen.

Sin embargo, un tipo de cambio 7% más bajo de los niveles actuales puede contener las presiones internas sin dejar de brindar ventajas exportadoras.

Entonces, las exportaciones no petroleras al mercado de Estados Unidos, que el año pasado crecieron 8.7%, pueden perfectamente bien este año llegar a los dos dígitos y aportar varios puntos al Producto Interno Bruto.

Con la perspectiva de tener una economía estadounidense creciendo, precios de los energéticos bajos por un buen tiempo y con una moneda que aporta una competitividad adicional al mercado mexicano, seguro que también aumentará la Inversión Extranjera Directa, que buscará sacar provecho a esta positiva alineación de los astros comerciales.

Hoy no sirve aquel discurso de la necesidad de diversificar mercados para encontrar destinos diferentes a Estados Unidos para las exportaciones. Hoy lo que deja es vender al norte.