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La Federación Internacional de Futbol Asociación, la FIFA, la única organización privada cuya autoridad prevalece por encima de las leyes de los países a ella afiliados, trae entre ojos a la Federación Mexicana de Futbol por el grito que los aficionados, en parte por echar relajo y en parte para transgredir la inmerecida autoridad de un organismo hipócrita y, como se ha demostrado, corrupto como el que rige el deporte más popular en el mundo: el balompié, la única religión que no tiene ateos, según dijo Eduardo Galeano.

Cuando Oswaldo Sánchez, portero que salió de las fuerzas inferiores del Atlas, hizo su debut con las Chivas Rayadas, equipo al que fue vendido, la afición rojinegra, para mostrar su repudio a lo que consideró una traición del arquero tapatío, cuando este despejó el balón en un saque de meta, a la porra conocida como la 51 -en honor a que en el año 1951 el Atlas fue Campeón de la Primera División- se le ocurrió gritarle ¡puuuto! El grito se repitió durante todo ese partido y en los subsecuentes, ya no contra Oswaldo, sino contra cualquier portero del equipo visitante. Se volvió costumbre.

Sin proponérselo, la televisión -se hubiera visto muy chafa quitar el sonido cuando el público gritaba esa palabra- popularizó el adjetivo en todo el país. La afición de los equipos locales de todo México consideró la invención atlista merecedora de ser imitada y comenzaron a gritarle puuuto al portero visitante cuando chutaba el saque de meta. El vocerío fue digamos que enriquecido o sufrió una anexión al incorporarle un susurro: “eeeeeeeeeh”, moviendo las manos -o la mano, los que en la otra sostienen la chela-, que va in crescendo hasta romper con el alarido: puuuto.

Sin mojarse, sacar visa o pagarle a un pollero, la exclamación cruzó la frontera Norte. Millones de paisanos avecindados en Estados Unidos adoptaron la alocución escuchada y vista en la tele y la pusieron en práctica en los partidos amistosos que con frecuencia juega el seleccionado mexicano en las tierras del tío Sam.

En el Mundial de Sudáfrica 2010 los mexicanos que viajaron para animar a nuestra Selección -no creo que pertenecieran a la mal educada, incorrecta y grosera clase popular- usaron la expresión.

Así llegó la Copa del Mundo Brasil 2014, y he aquí que los mexicanos fueron fieles al enunciado ya convertido en tradición y lo usaron, con tal fuerza y personalidad que los brasileños y, al parecer, los costarricenses lo imitaron. Entonces, un acusica de los que nunca faltan fue a decirle a la FIFA que en su cuarta acepción el Diccionario de la Real Academia Española define la palabra puto -y no puuuto, como se usa- como “hombre que tiene concúbito con persona de su sexo”. La FIFA que solo piensa con voracidad en el dinero vio en ello la oportunidad de hacerse de unas monedas más y amenazó con castigar a la Federación Mexicana de Futbol con una multa por considerar el grito homofóbico.

Hasta la fecha, la Federación Mexicana de Futbol ha tenido que pagar 117 mil 600 dólares de multas porque los aficionados -o una parte de ellos- no han cesado de gritar el adjetivo. También la madrota del futbol -nombre cariñoso que utilizo para identificar al organismo que ahora preside don Gianni Infantino, luego que don Joseph Blatter saliera por piernas de la institución despidiendo un fuerte olor a azufre- ha amenazado con cerrar el estadio donde el representativo de México juegue los partidos correspondientes con el hexagonal de eliminación para asistir al Mundial de Rusia 2018.

Según se supo, la semana pasada la susodicha FIFA inició una investigación por incidentes relacionados con el llamado Tri en el Estadio Azteca donde además de presentarse el grito considerado homofóbico se abucheó el himno de Estados Unidos. Esto sí es una falta de respeto. El hecho de que nuestro vecino tenga un presidente troglodita, que se ha ganado nuestra aversión, no es justificación para ultrajar su canto nacional.

Ahora nuestro representativo nacional está compitiendo en la Copa Confederaciones celebrada en Rusia, ya calificó a semifinales. A la Selección Mexicana la ha seguido un grupo de aficionados que en los primeros partidos fueron fieles al acostumbrado grito pero que, ante la amenaza, ya no económica, sino deportiva de suspender el partido y declararlo perdido por el Tricolor, han optado por abstenerse de gritar y en lugar de eso aplaudir. (Tampoco es para tanto. Yo propongo que sigan gritando pero con un ligero cambio: sustituir puuuto por Puuutín).

Por cierto si el objetivo de la FIFA, con sus multas y castigos por el grito que considera homofóbico, es proteger a la comunidad gay, sería conveniente que inhabilitara a Rusia como sede del próximo Mundial debido a que en este país, según la periodista Elena Milashina del diario Novaya Gazeta, se hacen redadas y detenciones en prisiones secretas que algunos definen como “campos de concentración para homosexuales” donde personas gay -o simplemente percibidas como gay- son golpeadas, torturadas y, en algunos casos, hasta muertas y desaparecidas.

Por lo pronto, en cuanto entregue lo que usted me hizo favor de leer, me pondré a ver el partido que se celebrará en Houston entre el representativo de Ghana y la Selección Mexicana que competirá por la Copa Oro. Ojalá y los mexicanos de allá cambien de grito. Se me ocurre que sustituyan el ‘puuuto’ por Truuumph