Elecciones 2024
Elecciones 2024

Está claro que el primer sorprendido de no haber conseguido un crecimiento económico suficiente durante estos dos primeros años de gobierno es el propio gobierno federal.

Porque si ellos hubieran sabido que con sus medidas económicas iban a frenar el crecimiento en el nombre de mejores tiempos por venir, seguro que no se meten a hacer pronósticos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), que empezaron en 4% y terminaron prácticamente en cero.

Este país cambió de partido y de gobierno, pero también, sin mucha estridencia, cambió de modelo económico. Como sea era el PRI el que regresaba al poder y quizá el estilo de Ernesto Zedillo no hizo olvidar que el partido que institucionaliza la revolución gusta de un Estado más interventor.

Durante el primer año de este gobierno se tomó la determinación de hacer un borrón y cuenta nueva de muchas políticas del calderonismo, empezando por la renuncia al combate al crimen organizado como bandera ante la opinión pública.

En un afán de no dejar huella y de ciertamente corregir programas viciados, se determinó frenar la construcción de vivienda, lo que derrumbó a un sector que encadena muchas actividades productivas y genera miles de empleos. El ejercicio del gasto público se detuvo casi por completo lo que completó el cuadro del frenón económico del primer año.

El segundo año inició con deslumbrantes reformas aprobadas, como la de telecomunicaciones y la que sin duda será el gran legado del peñanietismo: la reforma energética.

Sólo que el costo político de sacar esos cambios de la mano del PAN fue soltar los términos de la llamada reforma fiscal a la izquierda, con resultados devastadores para la economía nacional.

Parte de ese cambio de modelo económico pasó por un enfoque diferente en la manera de tratar al contribuyente; contrario al probado modelo internacional de gravar el consumo se optó por recargarse más en los impuestos al trabajo de la minoritaria economía formal.

El cierre del primer año de gobierno repuntaba cuando la espada fiscal cayó sobre los contribuyentes, sobre todo las clases medias, y el impacto negativo no se ha podido paliar con el gasto público.

El 2013 podrá ser recordado como el año de las grandes reformas, pero el 2014 será recordado como el año del fracaso fiscal.

La reforma energética seguramente será un factor importante del crecimiento económico, pero dentro de una década. Por ahora está lejos de ser el motor que mueva a esta economía, a pesar de ser la principal apuesta de este gobierno.

Y a pesar de que el gobierno redactó, promovió y firmó en solitario un pacto de no modificación fiscal, la verdad es que no habrá más remedio que emprender otra reforma tributaria.

Después de los hechos de Iguala, el gobierno federal se dio cuenta de que dejar pasar las cosas es peor política que enfrentarlas. De ahí que el decálogo lanzado por Peña Nieto en materia de seguridad es un reconocimiento a que es peor fingir que no pasa nada.

En este tercer año apunte entre las acciones de gobierno muchas en materia económica para paliar los daños en el poder de compra de las clases medias. No descarte que pasadas las elecciones podamos ver esa tan negada como necesaria reforma fiscal.