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El subsecretario Hugo López-Gatell insistía en el cabal cumplimiento de la Jornada Nacional de Sana Distancia, justo hace 15 días. Y a mediados de la semana pasada, el subsecretario canceló las vacaciones de Semana Santa, tras de que la planta productiva nacional tuviera que cerrar sus puertas y conceder un permiso de un mes —con goce de sueldo— a sus trabajadores, consecuencia de la declaratoria de emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor.

Esas y otras prosopopeyas pusieron al experto en la diana de la opinión pública. En el ojo del huracán, López-Gatell ya cumple tres meses. Y al final del túnel de la crisis sanitaria tendrá su lugar en la historia. Por lo pronto, dentro y fuera de la Cuarta Transformación lo ven con recelo, por su sobreexposición mediática, pero sobre todo por su cercanía con el Ejecutivo federal.

El vocero del gobierno en temas sanitarios no tiene la experiencia del canciller, pero mediáticamente tiene un desempeño sobresaliente. Y los mercados no le conceden la credibilidad que otorgan al secretario de Hacienda o al presidente del Banco de México, pero AMLO atendió las recomendaciones del equipo científico encabezado por el maestro especializado en vigilancia epidemiológica. El presidente priorizó la salud y el bienestar de la población más desprotegida. ¿Y el daño enorme a la planta productiva nacional?

Este fin de semana, López-Gatell concedió dos entrevistas: al académico John M. Ackerman, para TV UNAM, y al jefe de la oficina de The Economist en México, Richard Ensor, publicada en Medium. Ambas, contrapuestas —por contrastantes— pero lo suficientemente amplias para evidenciar los argumentos detrás de la sana distancia y el modelo centinela de vigilancia epidemiológica, aplicados para mitigar la pandemia en México.

En el corto plazo, el confinamiento. Y mientras avanzan la recopilación de insumos y la reconversión hospitalaria, con la activación de las tropas castrenses, los Siervos de la Nación se alistan para recorrer el país, para entregar apoyos económicos, medicamentos e incluso alimentos, en caso de que fuera necesario…

Susana Distancia y ¡Quédate en casa!, fueron dos piezas propagandísticas de resultados heterogéneos, no obstante las rimbombancias de López-Gatell. La Secretaría de Salud determinó que las actividades escolares quedaron suspendidas, a la mitad del semestre y los sectores “no esenciales” fueron obligados a detener su producción, al menos un mes.

“Si uno es igualmente estricto con el vendedor ambulante, el taquero de la esquina y la señora con su mandado como con el dueño de una empresa multinacional, entonces el que sufre las peores consecuencias es el primer grupo, no el segundo”, resumió el funcionario ante el periodista, “entonces diseñamos la intervención para que se destinara a los sectores productivos, porque al suspender las actividades, éstos instrumentarían una desmovilización masiva. Estrictamente hablando, el objetivo es la mitigación, no la contención”.

Ante las ambigüedades de la declaratoria de contingencia, algunos sectores —mineros y cerveceros— continuaron sus actividades… hasta que fueron diligentemente apercibidos. Y apenas ayer, en el vespertino que se ha convertido el Diario Oficial de la Federación, quedaron precisadas las excepciones: las empresas de producción de acero, cemento y vidrio —principalmente, los proveedores del Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Transístmico, que no se detendrán— así como los servicios de tecnología de la información que garanticen la continuidad de los sistemas informáticos de los sectores público, privado y social; las empresas de mensajería, y los proveedores de Pemex y CFE, incluidos los carboníferos.

La “desmovilización” ciudadana, empero, no ha sido tan efectiva. La Pascua llegó y también, el tradicional éxodo de Semana Santa, a los centros vacacionales y a los pueblos originarios.

“No vengan a casa”, debería decir López-Gatell a los paisanos que regresarán a los estados expulsores de migrantes. Pero la conferencia de la tarde no se ve allende las fronteras y los gobernadores le ganaron esa iniciativa. Y ayer, la Secretaría de Relaciones Exteriores oficialmente pidió que no crucen al país, por las vacaciones.

La población está preocupada por la crisis económica, más que por el Covid-19, reveló la novena encuesta nacional realizada por Mitofsky. ¿Cuidar la economía o cuidar la salud? El asesor de salud del presidente argentino, Alberto Fernández, lo parafraseó para resolver el dilema: “En una reunión nos dijo: ‘de un PBI malo se vuelve, de la muerte no’”. En el corto plazo ya se resienten los efectos económicos de la sana distancia. Y el pico, apenas asoma…

El gobierno federal no anticipó rescates a los empresarios. Y a los gobernadores les ha solicitado información sobre recintos públicos y privados que —de ser el caso— pudieran resguardarse pacientes asintomáticos o casos leves. Ese no sería un aislamiento voluntario, equivaldría a un arresto.