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Luego del fuerte ajuste a la baja de los principales índices accionarios de Estados Unidos durante octubre, noviembre comenzó con un visible rebote que parece estar comenzando a perder fuerza. Entre los mínimos registrados el 29 de octubre y el cierre del miércoles de la semana pasada, el S&P 500, el Dow Jones y el NASDAQ habían registrado avances de 6.5, 7.1 y 7.3% respectivamente. Sin embargo, las últimas tres jornadas han registrado un retroceso que ha borrado poco menos de la mitad del rebote.

Es difícil saber si los mercados volverán a probar los mínimos de octubre o si simplemente estamos ante una toma de utilidades después de la fuerte recuperación observada entre el 29 de octubre y el 7 de noviembre. Lo que no es difícil ver es que los niveles de volatilidad probablemente sigan en ascenso.

Aunque los fundamentales de la economía americana se mantienen sólidos, los mercados han comenzado a ver hacia el 2019 y el 2020, donde se vislumbra una desaceleración o inclusive una poco probable, pero posible, recesión.

La corrección de los mercados accionarios en octubre fue la segunda de más de 10% en lo que va de este año (la primera fue entre finales de enero y principios de febrero). Como apunta el especialista David Rosenberg, este fenómeno de dos correcciones de una magnitud superior a 10% en el mismo año solamente se ha dado en siete ocasiones: 1973, 1974, 1987, 2000, 2001, 2002 y 2008; en seis de esas ocasiones (siendo la excepción 1987, que fue seguido de una fuerte desaceleración pero no recesión) el fenómeno fue seguido de una recesión.

David Rosenberg es el economista en jefe de Glushkin Sheff y durante muchos años fue el economista en jefe de Merrill Lynch, donde pronosticó de manera adelantada y atinada la debacle financiera que comenzó en el 2008.

Aunque Rosenberg ha sido descrito como un permabear, es decir, alguien que permanentemente tiene una visión negativa de los mercados y la economía, también es cierto que en el 2008 argumentó que los mercados tendrían una fuerte recuperación con base en la gran intervención de los bancos centrales y en especial la masiva expansión monetaria en la que se embarcó la Fed.

Aunque la probabilidad de recesión sigue siendo muy baja para el 2019 y el 2020, la probabilidad de desaceleración es bastante alta y hasta cierto punto lógica. Por un lado el impacto positivo, pero temporal, de los estímulos fiscales pronto comenzará a perder fuerza.

Por otro lado, la Fed seguirá con su proceso de normalización de política monetaria, elevando las tasas de interés hasta en cuatro ocasiones en los próximos 12 meses. Adicionalmente, las políticas proteccionistas de la administración Trump y lo que podría ser una prolongada guerra comercial con China también restarán dinamismo al crecimiento económico.

Las empresas americanas que cotizan en Bolsa han empezado a resentir el impacto de la guerra comercial en sus resultados y sus pronósticos de utilidades futuras. Por último, los estímulos fiscales en Estados Unidos están haciendo un enorme boquete en las finanzas públicas de ese país.

Esta combinación de factores contribuye a generar mayor percepción de que tanto la racha alcista de los mercados como el ciclo de expansión económica podrían estar llegando a la recta final del partido, aunque no debemos descartar la posibilidad de tiempos extras.

Aunque ni los bull markets ni los ciclos de expansión económica mueren de longevidad, las condiciones que han impulsado uno de los periodos de expansión económica más largos de la historia y una de las mayores rachas alcistas en décadas están perdiendo fuerza.