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En enero del 2013 el New York Times publicó un artículo titulado “Mexico: The New China”, donde se resaltaba la renovada competitividad de México ante China. El artículo relataba la experiencia de una empresa productora de equipos tecnológicos de alta especialización que había establecido su planta ensambladora en Tijuana.

La decisión les permitió tener su centro de ensamble a tan sólo minutos de su cuartel general y de su principal mercado, lo cual se traducía en un ciclo de producción y de inventarios más ágil, eficiente y sobre todo adaptable a las necesidades de sus clientes. Adicionalmente, el artículo relataba como la empresa había encontrado acceso a una bolsa de mano de obra calificada y especializada a costos competitivos.

Como mencionamos en la edición de Sin Fronteras del 21 de mayo titulada “La apuesta al T-MEC”, el fenómeno de la renovada competitividad de México fue una tendencia que comenzó desde hace más de una década y que hasta hace un par de años mantenía una tendencia ascendente.

La escalada en las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos –que en realidad son reflejo de un conflicto geopolítico que amenaza con convertirse en una guerra fría–, han creado un entorno inmejorable para que México consolide su posición como la central manufacturera y logística de América del Norte.

Sin embargo, para que nuestro país aproveche de lleno esta situación es necesario crear un ambiente de confianza para la inversión extranjera, lo cual comienza con un sólido Estado de derecho. Desafortunadamente, durante los últimos dos años se han tomado decisiones que generan incertidumbre jurídica para la inversión privada, tanto doméstica como extranjera.

En el más reciente Índice de Confianza de Inversión Extranjera Directa (IED) Kearney 2020 publicado por la firma global de consultoría Kearney, México salió de los primeros 25 puestos por primera vez desde el 2011, única ocasión en la que México se ha quedado fuera del Top 25 desde 1998 que se inició la publicación.

La encuesta, que se lleva a cabo entre 500 ejecutivos de 500 empresas globales con más de 500 millones dólares en ventas anuales es forward looking ya que le pide a los encuestados que clasifiquen a los países con base en su atractivo de inversión para los próximos tres años.

En el 2013 México llegó a alcanzar el puesto número nueve ante la expectativa de reformas estructurales, lugar que mantuvo hasta el 2015. Para el cierre del 2018 México había caído al puesto 17, el 2019 al puesto 25 y este año salió del Top 25 a pesar de la entrada en vigor del T-MEC y de ser el principal beneficiario de la guerra fría entre China y EU.

No obstante, México ha perdido atractivo debido a un entorno de muy bajo crecimiento, la ausencia de un plan de desarrollo económico y social coherente, y sobre todo la incertidumbre sobre el rumbo de la política económica del gobierno que se ha destacado por promover inversiones en infraestructura de alto costo y retorno cuestionable, cambios regulatorios que afectan a la inversión privada en el sector energético y decisiones arbitrarias amparadas con métodos cuestionables como consultas no representativas.

México corre el riesgo de desperdiciar una oportunidad histórica tal como se ha desperdiciado el famoso bono demográfico durante los últimos 20 años.