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La ciudad de Lagos, como todos sabemos gracias a los conocimientos geográficos del presidente Peña Nieto, es la población que está en el estado contiguo a la ciudad de León. Esto es, León está en el estado de Guanajuato y Lagos en el de Jalisco; desde 1829 lleva la denominación “de Moreno”, para honrar la memoria del insurgente don Pedro Moreno nacido en esa población.

En 1957, el abogado, escritor y académico Alfonso de Alba publicó la primera edición de su divertido libro El alcalde de Lagos, donde narra las consejas que se le atribuyen a don Diego Romero, alcalde de esa ciudad antes de la Independencia.

Según el diccionario, la conseja es un cuento, fábula o patraña —relato breve de carácter novelesco— de sabor antiguo. Las consejas se transmiten de un pueblo a otro, de lengua a lengua y de tradición a tradición. Existe un requisito para que una conseja se le atribuya a algún personaje, que éste haya dado pie con la consumación de más de un desatino, puerilidad o tontería a que cualquier anécdota, del mismo tono o género, que ande por ahí de boca en boca, proveniente de otros pueblos o de diferente tradiciones, se le atribuya al sujeto para formar parte de su leyenda y colección de sandeces.

Según lo dicho por Alfonso de Alba en su libro, existió el alcalde de Lagos, se llamó Diego Romero y fue alcalde antes de la Independencia. De Alba escribió: “La tradición lo señala como simpático y desconcertante figura de baturra y socarrona personalidad”.

A estas alturas el lector se preguntará ¿qué tiene que ver el actual presidente municipal de Saltillo con el antiguo alcalde de Lagos? Para allá vamos.

Primero publicaré unas anécdotas con las que creó fama don Diego, alcalde de Lagos, y luego la anécdota—que puede dar origen a consejas— que tengan por protagonista a don Isidro —nombre del edil saltillense—.

Un día al buen alcalde se le ocurrió emitir un Bando en el que se le avisó al público a través de un pregonero: “Orden del señor alcalde: desde hoy el que tenga puercos que los amarre y el que no que no”… Una de las más exageradas consejas es aquella en la que en la torre de la parroquia inexplicablemente creció un nopal y don Diego para quitarlo ordenó que subieran a la torre a un buey para que se lo comiera y asunto arreglado. También es famosa la historia del agujero que había en la calle principal, en el centro de la ciudad. Don Diego ordenó que se abriera, junto al agujero de marras, un hoyo del mismo tamaño para que con la tierra del segundo se tapara el primero y luego se abriera un tercero para que con la tierra de éste se tapara el segundo y así sucesivamente hasta que el último hoyo se hiciera en las afueras de la ciudad.

Concluyo con la anécdota más famosa. Por Lagos pasa —o pasaba— el río La Sauceda, que en tiempos de lluvia crecía de forma tal que los notables del pueblo pidieron se construyera un puente. Cuando por fin se construyó el puente el alcalde mandó fijar un letrero en el que se leía: “Este puente se hizo en Lagos y se pasa por arriba”. Los defensores del alcalde alegan a su favor que “el se pasa por arriba” era una advertencia a fin que se pagara el peaje —tres tlacos— por usar el puente.

(Por cierto en la campaña presidencial de Luis Echeverría no faltaron los “nalgas prontas” de siempre que hicieron una versión del letrero halagüeña para el candidato: “Este puente se hizo en Lagos y se pasa por ARRIBA Y ADELANTE).

Pero vayamos con el actual alcalde de Saltillo, don Isidro López Villarreal, quien anunció que la policía preventiva e inspectores de la tesorería municipal aplicarán multas a indigentes y a migrantes mexicanos y extranjeros que sean sorprendidos pidiendo ayuda económica sin tener un permiso del ayuntamiento. El permiso tiene un costo de 100 a 300 pesos. Lo cual me parece una versión a la altura de “quien tenga puercos que los amarre y el que no, no”.

Señor López Villarreal, si están pidiendo ayuda pecuniaria, ¿con qué van a pagar la multa y/o el permiso? Ahora van a pedir: “Me podría ayudar con una moneda, no es para comer, es que estoy juntando para mi permiso”.

Denisse Maerker, en su noticiario nocturno, transmitió una entrevista con el alcalde quien se expresó así: “No estamos hablando de que sean nacionales o internacionales o migrantes. Nosotros no preguntamos, lo que se tiene que hacer es aplicar la norma. No puede haber gente sin que tenga un permiso, esté pidiendo en… ¿por qué? (sic-taxis) porque entonces se hace un relajo (hasta con el lenguaje) pues habría gente que está por ahí vendiendo droga (deme una moneda y le doy un carrujo, por el amor a Dios) o pudiera estar vendiendo cosas que no se permiten (¿cómo qué? ¿pedigüeños o comerciantes?) y entonces, pues bueno, serían una responsabilidad para el municipio”. (El alcalde tiene un lenguaje tan pobre que o muestra su permiso o le cobran multa por hablar).