Elecciones 2024
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Hasta antes del 8 de septiembre pasado no había otra posibilidad más que alegrarse por el hecho de que los productores de petróleo se pusieran de acuerdo para provocar un incremento en el precio del hidrocarburo.

Tenemos dos malas costumbres en este país, la primera es depender de los ingresos petroleros para completar el gasto y la segunda es saber que, independientemente de lo que ocurra con los precios internacionales del crudo, tendremos un precio que se mueve por cuestiones políticas.

Lo cierto es que entre la crisis de los precios del petróleo y la reforma energética estamos en plena transición hacia modelos diferentes. Primero, ha bajado forzadamente la dependencia de los ingresos energéticos y, segundo, vamos en camino a un mercado libre de combustibles, donde los precios en el resto del mundo se comportan con más volatilidad que la que vemos acá, por ejemplo, el precio del jitomate.

Hoy los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) están muy esperanzados en que con el acuerdo alcanzado lograrán, a partir de noviembre, ponerle un techo a la producción, que ha sido desmedida desde hace un par de años.

Uno de los mayores valores del acuerdo es que Arabia Saudita, que en buena medida desató la crisis de precios con sus planes de bombear petróleo hasta el cansancio para tronar a los productores de Estados Unidos, fue el primer comprometido con ponerle un tope al bombeo libertino.

Otro acierto festinado por los mercados fue esa posibilidad que quedó implícita de un acuerdo entre árabes e iraníes para hacer algo en común.

Hay evidentemente una buena noticia para los ingresos de este país que se plantee el alza de los precios del petróleo. Pero hay temores fundados sobre el uso de esos recursos adicionales que se obtendrían si es que efectivamente se cumple con el aumento de los precios internacionales de esa materia prima.

Estamos en plena discusión del Paquete Económico del próximo año y todo puede suceder. Desde una borrachera de los legisladores que crean que pueden calcular un precio mayor del precio del petróleo para el 2017, hasta imaginar que con los recursos adicionales podrían cumplir con algunos de sus sueños políticos más preciados con miras a los tiempos electorales que vienen.

Es, sin embargo, también un buen momento para meterle mano a las reglas de los excedentes petroleros y dejar claro que cualquier dólar extra que por ahora se pueda obtener por arriba de la propuesta moderada que envió Hacienda se dedique directamente a amortizar la enorme deuda pública que se tiene.

El otro enfoque es el del consumo de combustibles, como las gasolinas. Si se aprueba la liberación adelantada de los precios de las gasolinas a la par que suben los precios del crudo, tendremos garantizado un alza de precios tan pronto como el próximo año.

Porque una cosa es cierta, el gobierno federal no va a renunciar a su jugoso impuesto especial fijo que implica hoy 50% del precio.

Los precios de las gasolinas en todo el mundo se mueven dependiendo de los precios del petróleo. Lo que sí no tiene la mayoría de los países del planeta es un impuesto tan alto para estos combustibles.

No hay duda de que el mejor escenario para un país como México es que suban los precios del petróleo, pero hay que saber que ya no es como antes, cuando simplemente echábamos los cohetes para festejar ese tipo de noticias.

¿Debemos alegrarnos todos de que suba el precio del petróleo? - val_int_ingresos_300916
Foto de El Economista