Elecciones 2024
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Los mexicanos tan cerca de la muerte y tan lejos de tener la certeza de que regresaremos del trabajo salvos y seguros.

Tenemos cientos de miles historias de dolor y pérdida con los temblores, deslaves, desbordamientos de ríos, huracanes que se lo llevan todo y también de negligencias que ayudaron a provocar tales desgracias.

Los mineros en Sabinas, Coahuila siguen allí abajo, enterrados, sepultados y quizá con el agua hasta el tope. El tiempo ha pasado y nadie se arremangó la camisa lo suficiente para haber estudiado precisamente las mejores opciones para actuar las primeras horas, con o sin ayuda extranjera, pero con las manos trabajando por salvarles la vida.

Hoy vi esta imagen de Antonio Ojeda, quien se encuentra documentando el proceso de rescate en la mina.

Pensar que debajo de esa tierra, de la que todos pisan, de la que vuela de un lado al otro por el viento, que se mezcla con piedras, palos, herramientas y camiones, están 10 hombres, probablemente sin vida. Flotando como objetos olvidados debajo de la tierra.

Cinco trabajadores que están pensando cómo sacar agua, cómo mover su maquinaria para ayudar y dar respuestas. Cinco hombres que están bajo el sol, con las botas enlodadas, seguramente con cansancio, están de pie viendo qué más hacer.

Una fotografía de un lugar que está a más de 900 kilómetros de distancia y aún así me transmite el calor, y el sudor de quienes aparecen a cuadro. ¿Cuánta ansiedad podrían sentir día tras día al ver que no cambia el escenario?

Debajo de su peso y el de la camioneta, podrían estar sus amigos, conocidos o simplemente, diez hombres que como ellos se están jugando la vida en un trabajo así.

Diez hombres no alcanzaron a salir cuando escucharon el estruendo del agua, y ya enterrados en vida, qué podrían hacer. Seguramente ni siquiera están allí debajo de los trabajadores, o del montón de tierra.

No sabría caminar sobre cuerpos que flotan sin vida. No sabría cómo dar la cara culpando a quienes ni si quiera estuvieron allí y dejándoles el peso, al menos, a estos cinco trabajadores que tenemos a la vista.

No sabría cómo despertarme todos los días, creyendo que soy dueña de un palacio desde donde no pasa nada y no se ve nada.

Porque debajo de esa tierra, había diez cuerpos que salvar.
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