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A dos semanas de que concluya el tercer trimestre del año, la economía global está dando señales claras de debilidad y los mercados lo están resintiendo.

El hecho de que la desaceleración global se está dando al mismo tiempo que la Fed está por comenzar la normalización de las tasas de interés ha provocado una ola de volatilidad muy pronunciada en los mercados.

Después de varios meses en los que la volatilidad había brillado por su ausencia y donde el mercado se había tornado complaciente ante las malas noticias, parece que los inversionistas por fin se dieron cuenta de que la batalla entre la liquidez y la falta de crecimiento ha comenzado a ser ganada por la falta de expansión.

Durante los últimos seis años la vorágine de actividad por parte de los bancos centrales hizo que la liquidez fuera factor determinante para impulsar el buen desempeño de los mercados financieros. Ahora, el retiro de los estímulos más la posibilidad inminente de un alza en tasas en Estados Unidos, aunado a la ausencia de crecimiento en varios bloques económicos, ha terminado, por lo menos de manera temporal, con la complacencia.

Aunque el tema de la desaceleración económica a nivel global se ha vuelto cada vez más importante, la variable principal que está afectando a los mercados es la incertidumbre generada por la reversión de la ola de liquidez más grande creada en la historia. Esta reversión no necesariamente está ligada de manera directa a los bancos centrales, ya que aunque la Fed concluyó su programa de inyecciones de liquidez hace casi un año, otros bancos centrales como el de Europa y el de Japón han estado llenando ese vacío con importantes incrementos en sus propios programas de expansión monetaria.

Existe una liga indirecta que preocupa más a los inversionistas y que está atada a lo que está sucediendo en el mundo emergente. La ecuación del impacto positivo en los mercados de las grandes inyecciones de liquidez de los últimos años no estaría completa sin el papel que han jugado China y otros países emergentes como grandes acumuladores e inversionistas de reservas internacionales.

Varios países emergentes acumularon superávits masivos de reservas internacionales que fueron invertidas en instrumentos financieros de todo tipo, pero principalmente en instrumentos de deuda emitidos por los principales países desarrollados del mundo occidental, como bonos del Tesoro de EU y otras emisiones de deuda soberana de países europeos.

La fuerte caída en los precios del petróleo, la marcada desaceleración en muchas de estas economías emergentes y la inminente alza de tasas de interés en Estados Unidos han provocado una salida de capitales considerable del mundo emergente. Esta fuga de capitales ha tenido como consecuencia una fuerte desacumulación de reservas internacionales, lo que a su vez se ha traducido en la venta de los instrumentos financieros en los que estaban invertidas estas reservas.

Algunos expertos han bautizado este fenómeno como “restricción cuantitativa” (quantitative tightening). Las preguntas clave que están en la mente de los especialistas son dos: i) ¿qué tanto durará este proceso de desacumulación de reservas? y ii) ¿qué tan significativo será el volumen de liquidez “retirada” por este proceso? Para Deutsche Bank, existen varios escenarios para estas dos preguntas, pero en el caso base, la liquidez retirada podría ser considerable, aunque no suficiente, para contrarrestar las inyecciones de los principales bancos centrales.

No obstante, Deutsche Bank predice que los próximos 12 meses probablemente verán el ritmo de crecimiento más moderado para la liquidez global de los últimos seis años.