En este momento parece mucho más sensato el mensaje de la Fed sobre pensar en una pausa en el alza de la tasa, más que dar por un hecho que llegaron a su nivel terminal
El Banco de México no se distingue precisamente por su comunicación asertiva y su habilidad para acompañar de mensajes poderosos sus decisiones de política monetaria.
Pero, dentro de ese vacío, puede no ser el mejor momento para escuchar la voz del más nuevo de los subgobernadores, Omar Mejía Castelazo, hablando ya de posibles recortes a la tasa de interés ni de una “consolidación” del ciclo restrictivo.
La desinflación está en marcha, pero el ritmo de baja en los índices inflacionarios da más margen para defender el mensaje de no pensar ni de broma en un relajamiento de la política monetaria por largo tiempo.
Las bajas más marcadas en la inflación se han dado en los precios volátiles, incluso hasta registros negativos, pero el índice subyacente no se desacelera tan rápidamente y es ahí donde debe influir el mensaje de intransigencia del banco central.
Sobre todo, cuando, por ejemplo, el indicador de confianza del consumidor nos marca que hoy los mexicanos están más animados para hacer compras que en cualquier otro momento del sexenio.
Cada país tiene su propia política monetaria, pero en este momento parece mucho más sensato el mensaje de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) sobre pensar en una pausa en los incrementos de la tasa referente, más que dar por un hecho que llegaron a su nivel terminal.
Y ahí están los focos de alerta para la inflación general de economías como la estadounidense, y de paso la mexicana. Los precios del petróleo han acumulado un incremento de más de 25% durante el verano y ese es el tipo de presiones que pasan directo al consumidor en economías abiertas como la de Estados Unidos.
Para México, ya hemos visto los incrementos semanales en el precio controlado del gas licuado de petróleo y la Secretaría de Hacienda resiente los aumentos semanales en los montos de los subsidios a las gasolinas, que al final, también son cuentas por pagar para los contribuyentes.
El punto es que podemos empezar a ver que los índices generales pudieran detener sus procesos de desinflación para mostrar algunas presiones.
Claro, nada que ver con los niveles máximos recién alcanzados, por ejemplo, de 9.1% de la inflación general de Estados Unidos en junio del 2022, pero ya vimos cómo en julio pasado el Índice de Precios al Consumidor estadounidense rompió su racha a la baja y pasó de 3% en junio a 3.2% en el séptimo mes del año.
Todavía hay que esperar una semana para conocer los datos inflacionarios de agosto en aquel país y en México mañana conoceremos los precios del mes pasado y podríamos ver que, con todo y las intervenciones gubernamentales, ya no es tan evidente la desinflación.
No estaría mal que algunos de los más afamados integrantes de la Junta de Gobierno del Banco de México pudieran refrendar ese mensaje de intransigencia con la inflación, de no tener planes, ni siquiera insinuarlos, de iniciar una baja en las tasas de interés hasta que no haya evidencias reales de que los índices inflacionarios van de vuelta a sus metas.
En este momento parece mucho más sensato el mensaje de la Fed sobre pensar en una pausa en el alza de la tasa, más que dar por un hecho que llegaron a su nivel terminal.