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Hay algo en la imagen de hoy en el Salón de Plenos del Palacio Legislativo de San Lázaro que podría producir un cierto gusto culposo.

Porque si bien hoy todo claramente apunta a que sea el día del expresidente, ese señor ya no estará en el centro, en lo más alto, sino que tendrá que sentarse a un lado de la presidenta Claudia Sheinbaum, porque él, ya se va.

Es un hecho, Andrés Manuel López Obrador se mantendrá como uno de los hombres más poderosos de México, pero ya no es el mandatario de este país y eso debe tenerlo hoy mismo con una gran angustia mental.

Ese ciudadano común ya no goza de la investidura presidencial y a pesar de que pudiera conservar su capacidad de dar órdenes, o gentiles sugerencias, al más alto nivel, lo tiene que hacer desde la sombra y eso debe ser mucho para un hombre que claramente presenta una disonancia cognitiva al nivel que lo manifiesta López Obrador.

Hay un primer acto de gobierno que, a querer o no, va a marcar una clara diferencia entre la que puede ser una verdadera jefa de Estado y lo que fue un mediocre jefe de camarilla.

Mañana, Claudia Sheinbaum llevará su investidura presidencial hasta los lodos de Acapulco y desde ahí podría brillar como una verdadera mandataria, como nunca pudo hacerlo López Obrador.

Ni siquiera harán falta golpes espectaculares para marcar una clara diferencia, basta con que en la Presidenta prive la razón y el sentido común y deje de hacer de la división entre los mexicanos su forma de gobernar.

Hoy es día de fiesta para ellos, pero mañana cuando la presidenta Sheinbaum vea con sus propios ojos el dolor de la gente en Acapulco y pregunte por la disponibilidad de fondos emergentes para atender la situación, le hablarán de las barbaridades que hizo López Obrador con el Fonden.

Y cuando regrese a Palacio Nacional y empiece a abrir los cajones y descubra los muertos en el clóset, seguro que va a entender muchas de las críticas al gobierno que ya se fue.

Habrá de levantar el teléfono y preguntar a su gente en las dependencias, no a los incrustados por López Obrador, cuál es la situación de la administración pública y empezará a acumular historias de terror.

Entonces, con su gente más cercana y de confianza, con la presencia del secretario de Hacienda, deberá empezar a diseñar un presupuesto de rescate gubernamental, que además tendrá que ser muy discreto para no sugerir que le dejaron el país hecho un caos.

Hoy es el día de López Obrador, pero mañana en Acapulco, puede ser el primer día de la presidenta Sheinbaum y, si le sale bien, podría iniciar un discreto proceso de corrección de un caos administrativo que se va a encontrar.

Y a la par que abre esos cajones y encuentra ese desorden de país, puede ahí mismo guardar todo ese rencor que durante tantos años de campañas y de gobierno sembró López Obrador.

O bien, podría no hacer nada y seguir como hasta hoy.