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Los mercados accionarios en Estados Unidos han recuperado parte del terreno perdido durante el primer trimestre del año pero aún están por debajo de los máximos históricos registrados a finales de enero.

Aunque la economía americana crece a su ritmo más robusto desde el 2014, la fase de expansión actual podría dar señales de agotamiento ante una combinación de factores que amenazan con exacerbarse en los próximos meses.

Irónicamente, el primer factor es la aprobación del paquete de estímulos fiscales por parte del Partido Republicano a finales del 2017 y el aumento en el gasto público aprobado a principios del 2018, que están generando un impulso temporal al crecimiento económico pero también están contribuyendo a un incremento importante en el déficit fiscal y el endeudamiento a nivel federal.

La deuda pública, como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), ha aumentado de 99 por ciento en el 2015 a 105 por ciento en el primer trimestre de este año, y los especialistas estiman que la cifra superará 113 por ciento en los próximos cinco años.

Para contextualizar esta explosión en la deuda pública, vale la pena recordar que la relación deuda pública a PIB se ubicaba en 63 por ciento a principios del 2008, cerca del promedio histórico de 61 por ciento observado entre 1940 y el 2017.

La economía estadounidense muy probablemente crecerá por arriba de 3 por ciento en el 2018, con incrementos anualizados superiores a 4 por ciento en el segundo y tercer trimestres del año. Este robusto nivel de crecimiento, aunado a un mercado laboral en pleno empleo, ha contribuido a que las empresas enfrenten dificultades para encontrar personal capacitado.

Aunque el crecimiento salarial todavía no ha mostrado una aceleración preocupante, las cifras más recientes del Libro Beige muestran que hay segmentos del mercado laboral que se encuentran en un posible punto de inflexión.

El hecho de que la administración Trump esté restringiendo la inmigración legal e ilegal también contribuye a apretar aún más la situación del mercado laboral. La aceleración del crecimiento salarial es, sin duda, algo que la Reserva Federal (Fed) tiene en la mira, ya que la inflación general ha alcanzado 2.9 por ciento, su nivel más alto en casi siete años.

Aunque las presiones inflacionarias vienen principalmente del incremento en los precios de los combustibles, la inflación subyacente —que excluye componentes volátiles como alimentos, combustibles y energía— se ubica en 2.2 por ciento, su nivel más alto en 18 meses.

La dinámica de precios claramente se está acelerando. Si a esta situación añadimos el riesgo de incrementos derivados de la escalada en la guerra comercial con China y el resto del mundo, la Fed se podría ver obligada a tomar una trayectoria de alzas en la tasa de interés más agresiva que la descontada por el mercado.

La combinación de un mayor nivel de deuda pública y tasas de interés más altas sin duda contribuirá a un mayor gasto financiero para el gobierno y un mayor déficit fiscal. La combinación de una bajísima tasa de ahorro, la implementación de una reforma tributaria a destiempo, la decisión de iniciar una disputa que amenaza en convertirse en guerra comercial y una trayectoria de alza menos gradual en las tasas de interés podría contribuir a una mayor apreciación del dólar, lo cual a su vez contribuirá a una expansión del déficit comercial, exactamente lo opuesto al objetivo de la administración Trump.

Esta situación de crecientes déficits gemelos (twin deficits) en cuenta corriente y finanzas públicas son, sin duda, una mala señal fundamental para la economía americana.

El endurecimiento de la guerra comercial podría generar mayor inflación, que a su vez obligaría a la Fed a elevar las tasas de interés, amenazando de manera importante la expansión de la economía americana.