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México no puede arrepentirse de hacer esfuerzos exhaustivos para dar credibilidad a sus licitaciones.

China anunció su intención de construir una vía férrea que unirá la costa atlántica de Brasil con la costa pacífica de Perú. Se trata de un proyecto que implica una inversión de 12,000 millones de dólares y un mayor acercamiento de China con la mayor economía de América Latina.

¿Qué significa esto para México? No se necesita una memoria de elefante para recordar que hace medio año China tenía un gran proyecto ferroviario para México. China Railway iba a construir el tren rápido México-Querétaro. Era una inversión total de 58,915 millones de pesos, de los cuales una parte muy importante sería financiada con un crédito subsidiado por el gobierno chino. No tendremos ese tren con sus 210 kilómetros de vías. En vez de eso, nos tocará pagar una indemnización a los chinos por la cancelación. Serán unos 60 millones de dólares.

La cancelación se justificó para dar mayor transparencia y credibilidad al proceso. Extraoficialmente, se relacionó con el escándalo que vinculaba la casa de Angélica Rivera con Juan Armando Hinojosa, dueño de una de las empresas integrantes del consorcio que trabajaría con los chinos en la construcción del ferrocarril.

¿Cuánto le costó a México ese escándalo y la cancelación del proyecto? Mucho más que los 60 millones de dólares de la indemnización. Hay un costo de oportunidad. China tiene grandes planes de inversión para América Latina, pero no tiene claridad sobre qué hará con México. La crisis del tren se “resolvió” con palabras llenas de diplomacia, pero desde que se canceló el tren no ha habido grandes anuncios económicos de China relacionados con México.

A manera de contraste, tomen nota de lo que está pasando con la gira del premier chino. Recién llegado a Brasil, anunció 35 acuerdos que significan inversiones por un total aproximado a 53,000 millones de dólares. Hay acuerdos con Petrobras que valen 7,000 millones de dólares y que proporcionan un tanque de oxígeno a una empresa agobiada por una crisis de credibilidad. También hay compras millonarias de aviones brasileños y barcos con minerales.

Luego de Brasil, el premier chino Li Keqiang estará en Perú, Colombia y Chile, países que tienen un estrecho vínculo comercial con México, a través de la Alianza del Pacífico. ¿Cuántos conejos saldrán de la chistera china en esos países? Pueden apostar que serán muchos y grandes. El presidente chino Xi Jinping anunció su compromiso de inversiones por 250,000 millones de dólares en América Latina y el Caribe, en el contexto de la Celac.

¿Cuál es la moraleja de esta fábula ferroviaria-comercial? México no puede arrepentirse de hacer esfuerzos exhaustivos para dar credibilidad a sus licitaciones. Los grandes proyectos de infraestructura deben ser impecables y, además, parecerlo. Dicho lo anterior, es imprescindible no descuidar la relación con un socio estratégico del tamaño de China. El sexenio pasado se prefirió la confrontación a la colaboración con China. El gobierno de Peña hizo un gran esfuerzo para reparar la relación. Esa restauración fue exitosa, pero quedó entre signos de interrogación luego de la cancelación del tren.

El ajuste de cuentas con Higa de Hinojosa se convirtió en una piedra en el zapato de la relación México-China. El despliegue de inversiones del dragón en Sudamérica es una muestra de lo que podríamos perder. Lo anunciado en Brasil equivale a 30 meses de Inversión Extranjera Directa en México. ¿Nos quedaremos milando?