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Este lunes China publicó sus cifras de actividad económica para el tercer trimestre del año las cuales registraron un crecimiento anual del PIB de 4.9% con respecto al tercer trimestre del 2019.

Aunque la cifra estuvo por debajo del consenso de expectativas de mercado ubicado en 5.2%, el resultado confirma que la recuperación está ganando tracción. Este crecimiento se da después de un segundo trimestre en el cual la economía creció 3.2 por ciento.

Vale la pena recordar que el PIB venía creciendo a una tasa anual de 6% en los dos trimestres anteriores a la llegada de la pandemia —es decir el tercero y cuarto trimestres del 2019 — y que en el primer trimestre del 2020 el PIB experimentó una contracción anual de 6.8% con respecto al mismo trimestre del año anterior como resultado de las medidas de confinamiento impuestas para contener la propagación del coronavirus.

China fue el epicentro inicial de la pandemia y por lo tanto la primera economía que sufrió grandes afectaciones. Sin embargo, China también fue de los primeros países en implementar medidas, tanto sanitarias como económicas, para mitigar los efectos de la pandemia.

Esto ha contribuido a que China también sea de los primeros países en mostrar una recuperación económica importante. Aunque el crecimiento en el tercer trimestre estuvo por debajo de lo esperado, el crecimiento acumulado del PIB para los primeros nueve meses del año se ubicó en 0.7% con respecto al mismo periodo del 2019.

A pesar del fuerte golpe de la pandemia, la economía China acabará con un crecimiento de aproximadamente 2% para todo el 2020. Si bien este crecimiento es inferior al pronóstico inicial pre-Covid de 6%, China será la única economía avanzada que no tendrá números rojos en términos de crecimiento para el 2020.

El 2% de crecimiento esperado para China en este 2020 contrasta favorablemente con las contracciones de 4.3 y 8.3% que espera el FMI para Estados Unidos y la Eurozona —ni hablar de la caída de 9-10% que se anticipa para México.

La recuperación económica de China ante la pandemia radica en dos factores principales: i) el reconocimiento de que para poder combatir la crisis económica había que combatir primero la crisis de salud y ii) la implementación de medidas agresivas de estímulo fiscal y monetario.

A principios de enero el gobierno chino reconoció la gravedad de la crisis de salud e implementó medidas de confinamiento durante buena parte de enero y la mitad de febrero. A partir de mediados de febrero, el gobierno comenzó a reducir gradualmente las medidas de confinamiento, dándole prioridad a sectores esenciales, industrias específicas y algunos grupos de la población con base en un análisis de riesgos.

Aunque el gobierno se vio en la necesidad de reimplementar algunas restricciones a la movilidad, esto se ha hecho de manera muy eficiente con base en una estrategia de pruebas y rastreo.

Asimismo, el gobierno implementó un paquete de estímulos fiscales equivalente a 7% del PIB enfocado en extender los beneficios de desempleo, aligerar la carga impositiva y de seguridad social a las empresas, y la expansión de la inversión pública.

Adicionalmente, el Banco Popular de China bajó las tasas de interés, estableció programas de inyecciones de liquidez y canalizó recursos a programas específicos de crédito para los bancos, las pymes e industrias claves afectadas por la pandemia.

En un principio, la recuperación fue impulsada por la reapertura de la plantilla industrial de exportación. En una segunda etapa, la recuperación está siendo alimentada por el regreso de los consumidores a satisfacer necesidades de consumo que se habían pospuesto a raíz del paro de actividades.

Esta segunda etapa fue posible gracias a que las medidas de estímulo económico ayudaron a preservar empleos y limitar la caída del ingreso disponible de la población en general. Aunque hay quienes dudan de la calidad de las cifras económicas de China, lo que está claro es que las decisiones de política de salud y económica que se aplicaron están funcionando.