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El dólar se fortalece aún más después de la decisión de Pekín. Este fortalecimiento podría agudizarse y salirse de control si la Fed ejecuta el alza en las tasas de interés.

Las exportaciones chinas cayeron 8% en julio, se dio a conocer el viernes. La caída prendió las luces de alerta en Pekín y Shanghai. Un desplome en las ventas al exterior no estaba en su radar. El problema es que, si esta caída de ventas al exterior se convierte en una tendencia, pondrá en riesgo la meta de crecimiento del PIB: 7 por ciento.

La reacción de las autoridades chinas no se hizo esperar, devaluaron el yuan 2 por ciento. La decisión tomó por sorpresa a los especialistas. Parece una señal de reconocimiento de parte de los tecnócratas chinos de que su economía está más débil de lo que todos pensábamos. Un crecimiento de 6% o menos es maravilloso para todo el mundo. No le basta a China, que requiere altas tasas de crecimiento para satisfacer las enormes necesidades de una población de 1,300 millones de habitantes.

La devaluación añade incertidumbre a un escenario plagado de dudas. ¿Estamos en el amanecer de una guerra de divisas? Es una de las preguntas más relevantes ahora. El mundo no está preparado para ver a China utilizar la depreciación de su moneda como un arma para detener la caída de sus exportaciones, ganar mercados o reducir sus importaciones.

La sorpresa ante la devaluación se explica porque China no había depreciado su divisa 2% o más, desde hace 22 años. La última vez que lo hizo fue en 1993. En los últimos años, la política china en torno a su moneda había sido de fortalecimiento. Un yuan fuerte le permitió incrementar las compras en el exterior y así calmar las críticas de sus “socios” comerciales, como Estados Unidos (a quien le venden 450,000 millones de dólares anuales, pero le compran menos de 140,000 millones). Más allá de la diplomacia comercial, el fortalecimiento de su divisa formaba parte de una estrategia de largo plazo: posicionar al yuan como una moneda de reserva de clase mundial, al estilo del dólar estadounidense, el franco suizo, el euro o el yen japonés.

Si la devaluación del yuan es el primer disparo en una guerra de divisas, la cuestión es qué sigue después. Todas las miradas se dirigen a Estados Unidos. El dólar se fortalece aún más después de la decisión de Pekín. Este fortalecimiento podría agudizarse y salirse de control si la Reserva Federal ejecuta en septiembre el alza en las tasas de interés, tal como parecía seguro hasta antier. El dólar fuerte es ya un factor que le quita dinamismo a la recuperación de Estados Unidos. La decisión de China indica que Pekín no está interesado en coordinarse con Washington, sino todo lo contrario.

¿Qué arma utilizará Estados Unidos? Los mercados reaccionaron con fuertes bajas por este escenario de incertidumbre agravada. Las materias primas caen ante la perspectiva de que China reduzca más sus compras de commodities. Es el mayor comprador global y sus decisiones pesan toneladas. Es significativo el sufrimiento del precio de las acciones de algunas empresas de moda y de artículos de lujo. China ha sido el mercado donde estas firmas habían podido seguir creciendo a buen ritmo. ¿Se acabó el boom chino? La duda tiene permiso.

Las bolsas de Valores pierden valor porque temen que una guerra de divisas complique las perspectivas de una recuperación global. La palabra guerra es muy fuerte, pero no es exagerada. Sirve para recordarnos que podemos llegar a una situación donde habría muchas víctimas y pocos ganadores.