Diana Laura, hoy estaríamos festejando tu cumpleaños número 66. Tu presencia está fija en mi memoria.
Diana Laura, hoy estaríamos festejando tu cumpleaños número 66.
Tu presencia está fija en mi memoria. ¿Cómo olvidar los mejores y los peores momentos que compartimos?.
¡Tu figura frágil y tu sonrisa franca, tu corazón generoso tu voluntad férrea, tu alegría y tu llanto!
Cómo borrar tu frase “y ahora qué voy a decir a mi hijo “, cuando el cuerpo de tu marido aún estaba tibio , luego de ser asesinado en Tijuana.
Cómo olvidar tu pasmo cuando tu hijo Luis Donaldo te decía: “mamá , quien nos podrá prestar 10 mil pesos?, y tu repusiste: “¿para que quieres diez mil pesos?” , a lo que el niño contestó “para dárselos a Aburto y nos diga quién mandó matar a mi papá”
Me estruja ese recuerdo .
Me viene un rebujo de imágenes a la memoria que no quisiera refrescar .
Siempre fuiste una madre y esposa amorosa, una mujer divertida y traviesa, juguetona y muy buena para el baile.
Ya con tu enfermedad a cuestas, compartimos aquel viaje maravilloso a Singapur, Tailandia y Hong Kong con Virginia Sendel y su hija Michou.
Trepada en un elegante, le mandabas besos a tus hijos y a tu amado Luis Donaldo.
Recorrimos mercados, galerías, centros budistas, palacios antiguos y comederos multitudinarios llenos de platillos originarios, condimentados con especies exóticas. Tu dieta no permitía muchas libertades y me hacías probar por ti.
Yo me esmeraba con la puntualidad para que tomaras tus medicamentos, pues tu marido me recalco antes de salir al viaje: “Norma, te llevas lo que más quiero, te la encargo mucho, y bajo tu responsabilidad“. Temblé cuando me leyó la cartilla y tu reías con risa de niña juguetona.
Así nos fuimos y regresamos, entregando buenas cuentas. De regalo, solo traías una cartera de piel de elefante comprada en un mercado de Bankok para el hombre de tu vida.
A diario escribías una cartita para tu hijo contando todo lo que veías, y todas se las entregaste de regreso a casa.
Hoy seguirías orgullosa de tu “ socio “, como te referías a tu pequeño Luis Donaldo.
Hoy, ese niño, que quería conseguir diez mil pesos para pagar al asesino de su padre, es senador de la República. Es el tercer Colosio en llegar a la Cámara Alta.
El primero fue su padre, Luis Donaldo Colosio Murrieta; el segundo, Don Luis Colosio Fernández y el tercero, él, con la misma edad que su progenitor llegó, a los 39 años.
Y bien, te sigo extrañando .
‘Te mando como regalo de cumpleaños ; un abrazo hasta las estrellas!