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La muerte que se cierne sobre los pobladores del Cerro del Chiquihuite remite a la fábula del pastorcillo que provocaba la movilización de los vecinos con la repetida mentira “¡viene el lobo, viene el lobo…!”.

Inútiles para fines prácticos, los Atlas de Riesgos de la capital y el Edomex consignan la obviedad del peligro en que se encuentran quienes habitan las laderas de ese promontorio de gigantescas rocas para la vida humana.

Pese a ello, las autoridades de ambas demarcaciones han sido incapaces de enfrentar con decisión la mezcla de insuficiencia de vivienda popular con los deslaves y derrumbes.

Pero no solo: el gobierno de CdMx contempla la instalación de un teleférico que hará más expedita la probabilidad de que los avecindados allí terminen aplastados: en febrero de 2019, cuando Claudia Sheinbaum anunció la construcción de líneas de Cablebús para conectar Indios Verdes con Cuautepec en la alcaldía Gustavo A. Madero y otro de la estación del Metro Constitución de 1917 con Santa Martha Acatitla, en Iztapalapa.

El entonces coordinador del Órgano Regulador de Transporte y futuro director del Sistema Cablebús, Pavel Sosa Martínez, anticipó el propósito de hacer otra línea secundaria o troncal para ligar los deportivos de Campos Revolución (próximos a la terminal Cuautepec) con la colonia La Pastora… ¡en el Cerro del Chiquihuite! (al lado opuesto pero igualmente letal del sitio de la mexiquense Tlalnepantla donde ocurrió la más reciente tragedia).

La idea es que la estación La Pastora sea uno de los primeros Centros de Transferencia Modal que sirva de almacén para guardar y dar mantenimiento a las cabinas. El proyecto prevé una estación Chiquihuite que “será la más alta y contará con un acabado arquitectónico detallado por la vista que ofrece” (mientras nuevos e impredecibles derrumbes lo permitan, procede acotar).

A mediados de 2009, los ingenieros especializados en riesgos geológicos Mario Alberto Martínez, Enrique Cabral, Francisco Correa Mora, Óscar Díaz Molina, Gerardo Cifuentes, Esteban Hernández y Hugo Delgado alertaron que el Chiquihuite no es apto como zona habitacional y recordaron que una gran roca, en 1998, rodó y “afectó varias viviendas en la calle Coatlicue de la colonia La Pastora…”.

Mucho más complicado y costoso que una comparativamente barata línea de Cablebús es planear, censar, dialogar, convencer, ofrecer opciones habitacionales asequibles a familias de modestos recursos y ponerlos a salvo, fuera del sitio en que no debió consentirse su invasión.

Desde luego por la inestabilidad del terreno, pero también porque forma parte de la reserva ecológica, técnica, legal pero falsamente “protegida”, de la Sierra de Guadalupe. Ahora frente a la desgracia, el reto de Sheinbaum y del gobernador Del Mazo es diseñar un ejemplar plan de vivienda digna y de bajo costo para todos los habitantes del Chiquihuite y el radical despoblamiento del cerro, la demolición de todas las construcciones y la rehabilitación forestal de las áreas invadidas.