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Si escandaliza que el secretario de Marina vea en el Poder Judicial al “enemigo”, alarma que, habiéndolo escuchado, su comandante supremo, el jefe máximo de las Fuerzas Armadas, se la dejara pasar porque ambos debieron, en congruencia y consecuencia, advertir de las acciones que emprenderán para enfrentar tan delirante amenaza.

La barrabasada se le chispoteó al militar porque un juez exoneró de uno entre varios probables delitos (homicidio en grado de tentativa contra 18 tiras) a El Marro (cabecilla de la banda Santa Rosa de Lima), quien permanece sujeto a proceso también por delincuencia organizada, robo de combustible y secuestro agravado. A sabiendas de que lo habitual es que el Ministerio Público redacte con las patas y serias deficiencias jurídicas las consignaciones y de que sus marinos (como también los soldados del Ejército, los efectivos de la Guardia Nacional y casi todas las policías del país) mienten con frecuencia sobre cómo efectuaron las detenciones (lo que explica que se caigan muchos casos en los tribunales), el almirante José Rafael Ojeda Durán, al hablar de nuevos casos de narcotráfico, reconoció de manera implícita esas irresponsabilidades:

“Estamos trabajando en eso (…), entiendan que esto hay que hacerlo paso a paso y bien fiscalizada y bien judicializada porque si no (se frustran) las ayudas, que no tenemos muchas, de jueces y ministerios públicos. Tenemos que cerrar bien el círculo porque si no, se nos van”.

Vino entonces el lapsus explosivus: “Hay muchos casos, hasta pena nos da que actúen de esa manera, (en) que parece ser que el enemigo lo tenemos en el Poder Judicial, y tenemos que cerrar bien ese círculo para poder llevar a cabo la detención”.

Y remató dando por sentado que son los militares, los policías y los agentes del MP quienes propician las exoneraciones: “Tenemos varios casos, pero los tenemos que hacer muy bien hechos…”.

Evidentemente. Además de presentar “muy bien” las acusaciones, el almirante secretario y todos los involucrados en la persecución de criminales deben renunciar a la peregrina idea de que jueces, magistrados y ministros están para “ayudar” a quien sea sino solo para impartir justicia.

El presidente de la Suprema Corte y la agrupación de los aludidos reaccionaron muy bien al recordar que el Poder Judicial se ocupa también de que se respeten los derechos humanos (y en esto están incluidos delincuentes como El Marro, por más que hayan cometido crímenes horrendos).

Los titulares de la Marina Armada, el Ejército, la Guardia Nacional y las policías federal y estatales, como sin duda el Presidente de la República, debieran saber que cualquier acusado, en cuanto se le consigna, queda bajo la custodia de los jueces, y que la tarea de éstos no es ajustar sus sentencias al gusto moral de nadie.

Andrés Manuel López Obrador, tan proclive a ver “adversarios” por todos lados, está obligado a impedir que sus subordinados traten a cualquiera de los otros dos poderes de la República como “el enemigo”…