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Lo real, lo tangible, lo lamentable es que en Nochixtlán, Oaxaca, seis personas murieron por disparos de arma de fuego y 108 personas resultaron heridas.

La Policía Federal reportó una emboscada y disparos por parte de personas ajenas al bloqueo de carreteras por parte de integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Del otro lado, se declaran totalmente inocentes. Aseguran que ni uno solo de los maestros, como les llaman, estaba armado y que fueron víctimas de la represión del Estado.

Está claro que, por default, la peor parte la lleva la autoridad. Es siempre el primer sospechoso. Porque del otro lado tienen ya en su discurso lo que muchos movimientos anhelan: un muerto. ¡En este caso, seis!

El gobierno federal, junto con el gobierno de Oaxaca, tiene un gran reto de transparencia y de comunicación para dejar claro algo que es obvio: la Policía Federal no disparó a mansalva en contra de gente desarmada.

Pero al mismo tiempo, las administraciones de Enrique Peña Nieto y Gabino Cué deben dejar claro si es una realidad del país que operan grupos armados en actividades de guerrilla. De otra forma, cómo dar validez a la versión oficial de la Policía Federal de que fueron emboscados por miles de personas.

Los hechos violentos de Iguala, donde fueron secuestrados y asesinados 43 estudiantes de la normal rural Isidro Burgos, fueron endosados a la administración federal, cuando se trató de una acción del crimen organizado incrustado en el poder municipal en el estado de Guerrero y que, además, había conseguido el puesto político a través de un partido diferente al del presidente.

Pero el pésimo manejo político y de comunicación del gobierno acabó por hacer de ese crimen un asunto transferido a la responsabilidad de Los Pinos.

Ésta es una semana de gran tensión en el mundo entero por el referéndum que habrá en la Gran Bretaña pasado mañana, lo cual ha provocado una ola especulativa y de pánico financiero como pocas.

México es un país emergente con señalamientos propios de desequilibrios macroeconómicos que preocupan. Eso potencia los efectos negativos de la turbulencia financiera mundial.

Y ahora, en estos días, hay que convivir con las graves noticias locales de violencia, balazos, grupos armados, fuerzas federales disparando y muertos.

Póngale el filtro de los mercados financieros y hay que ver cómo complica las cosas. Pero aplíquele el filtro que quiera y lo que tenemos es un panorama convulso.

La aversión al riesgo es ese momento que usan los capitales como pretexto para correr ante el más mínimo temor de empeoramiento de las condiciones financieras. Hay situaciones que por más lamentables que sean, no son del interés de los mercados. Pero otras sí.

No es tanto una atención excesiva en temas políticos, menos policiales. Eso ya sucedió en el país hace algunos años, pero hoy la resistencia financiera sirve como blindaje para que no traspasen esos temas, pero confirmar la presencia de grupos civiles armados operando en Oaxaca puede despertar los viejos fantasmas del México de mediados de los años 90.