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Jair Messias Bolsonaro promete una gran reforma de pensiones, un programa agresivo de privatizaciones que le permitirán reducir el déficit fiscal y la deuda pública, además de una apertura comercial que acercaría a Brasil con Estados Unidos, Europa y la Alianza del Pacífico. Es un programa económico muy ambicioso que pretende revivir a la décima economía del orbe. Para implementarlo, cuenta con un superministro de Economía que mira a Chile como ejemplo y el apoyo de los mercados.

Los inversionistas han expresado en los mercados su apoyo a la política económica de un hombre que reconoce que no sabe nada de economía y que pertenece a una fuerza política que es minoría en el Congreso. Este apoyo, en parte, se explica por la promesa de una agenda de apertura sin precedentes, avalada por la designación de Paulo Guedes como el hombre fuerte del gabinete económico. Este economista de 69 años, egresado de la Universidad de Chicago, será titular de las carteras de Hacienda, Industria y Comercio, Planificación y Asociaciones e Inversiones del Estado.

¿Es viable ahora, en Brasil, la aplicación de una política neoliberal al estilo del Chile de los 80? Paulo Guedes piensa que sí y argumenta que el gigante del Cono Sur necesita un shock liberal para salir del estancamiento. Entre el 2015 y el 2016, la economía brasileña cayó 7% acumulado. En el 2017 creció 1.0% y en el 2018 está proyectado un crecimiento de 1.8 por ciento. La deuda pública pasó de 53% del PIB en el 2013 a 77% de ahora. Podría llegar a 130% del PIB en el 2030, si no se implementan reformas significativas, advierte el Banco Mundial.

Chile es el modelo a seguir, para Guedes, a pesar de las enormes diferencias entre Chile y Brasil y, también, a pesar de que el 2019 no es 1980. Los militares brasileños, que apoyan a Bolsonaro en la agenda de combate a la inseguridad, no apoyarían una venta de activos estratégicos de Petrobras y tampoco respaldarían un recorte significativo en los programas sociales. Brasil tiene casi 60 millones de personas en situación de pobreza.

Brasil tendrá una agenda internacional renovada, avisa Jair Messias Bolsonaro. Esto es noticia, con mayúsculas, porque ese país se ha caracterizado por ser relativamente cerrado. Esto podría tener repercusiones para México porque Brasil es un competidor directo en la atracción de inversiones, en sectores como el petrolero, automotriz e infraestructura, además de los mercados de capitales.

La primera gira oficial de Bolsonaro será hacia Chile y, al parecer, buscará un mayor acercamiento con los países de la Alianza del Pacífico, del que México forma parte. En las siguientes semanas se definiría la agenda con Estados Unidos, pero es claro que el nuevo presidente brasileño prefiere el diálogo con Washington a la cercanía con Pekín.

¿Qué pasaría si Bolsonaro consigue un acuerdo con Trump para incrementar sus ventas de alimentos a Estados Unidos? La mera posibilidad de que esto ocurra debería prender focos de alerta en México, que se ha convertido en el mayor proveedor de productos alimenticios para la Unión Americana. Deberemos poner más atención en este señor y seguir la marcha de su política económica. Es un disruptor que va en la dirección opuesta que López Obrador y podría sacarnos un susto si se convierte en nuestro competidor directo, ¿o ya lo es?