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La semana pasada la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) llevó a cabo su tercera reunión de política monetaria del año, manteniendo la tasa de interés de referencia sin cambio en 7.5 por ciento.

Aunque esta decisión estaba ampliamente anticipada por el mercado, el lenguaje en el comunicado de prensa da a entender que Banxico está listo para modificar la actual pausa monetaria en caso de ser necesario.

Aunque el consenso de mercado es que con el alza en la tasa de interés de referencia a 7.5% en febrero, Banxico concluyó el ciclo de alzas que comenzó en diciembre del 2015 cuando la tasa se ubicaba en 3.0%, Banxico prevé que la economía seguirá enfrentando un entorno complejo impulsado por factores externos e internos.

La encuesta mensual de expectativas económicas publicada por Citibanamex hace un par de semanas arroja una mediana de 7.5% para la tasa de interés de referencia en lo que resta del año. Sin embargo, este resultado se da a partir de pronósticos prácticamente binarios entre los encuestados.

De los participantes, 42% anticipa un recorte de un cuarto de punto en la tasa antes de que concluya el año, mientras que 46% de los encuestados anticipa un movimiento al alza de un cuarto de punto y solamente 12% de los participantes espera que la tasa se mantenga sin cambio.

El argumento principal a favor de un recorte en la tasa de interés de referencia antes de que concluya el año es la tendencia favorable observada en la inflación en el transcurso del año y la importante mejoría en las expectativas de inflación para el cierre del 2018.

La expectativa de inflación para el cierre de este año ha pasado de 4.08% en la encuesta de enero a 3.9% en la más reciente (cifra que ya se ubica dentro del intervalo objetivo de Banxico de 3% +/- 1 por ciento).

Esta expectativa ha venido mejorando en el transcurso del año ante la apreciación del tipo de cambio y un aumento mucho más moderado en los precios de los combustibles.

No obstante, la reciente apreciación del dólar a causa de un alza en las tasas de interés de largo plazo en Estados Unidos, el incremento en los precios del petróleo y la posibilidad de una guerra comercial a nivel internacional son factores externos que podrían provocar una mayor salida de flujos de mercados emergentes y México no es inmune.

Adicionalmente, hay factores particulares, como la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la incertidumbre con respecto al resultado de las elecciones del 1 de julio, que podrían exacerbar la salida de flujos.

Si la renegociación del TLCAN llega a buen puerto o si las negociaciones se extienden pero continúan de manera ordenada, el tipo de cambio se podría fortalecer o mantenerse estable, dando a Banxico más espacio para mantener la tasa de interés sin cambio. Sin embargo, si el tipo de cambio sigue debilitándose como consecuencia de noticias negativas referentes al TLCAN, es muy posible que el peso muestre aun una mayor depreciación.

Si a esto añadimos volatilidad como resultado de la incertidumbre sobre el resultado de las elecciones presidenciales del 1 de julio y el rumbo futuro de la política económica —en especial el futuro de las reformas estructurales implementadas en los últimos años y la estabilidad de las finanzas públicas—, Banxico se podría ver obligado a actuar como la hecho en el pasado: fortaleciendo el marco macroeconómico mediante ajustes monetarios a tiempo y estableciendo medidas para otorgar liquidez en el mercado cambiario.

En este sentido, no sería sorprendente que Banxico, dependiendo de las condiciones, decidiera subir la tasa de interés de referencia entre 0.25 y 0.50 por ciento.

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