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La semana pasada, el Banxico anunció un ambicioso plan para incrementar la liquidez del sistema bancario y redujo la tasa de interés de referencia en medio punto para dejarla en 6.0 por ciento.

La encuesta de especialistas del sector privado levantada por Citibanamex anticipa que el Banxico podría recortar la tasa otro punto porcentual en los próximos meses, pero dentro del rango hay quienes ven que la tasa podría bajar hasta 3.0% este año, igualando el nivel mínimo observado entre junio del 2014 y diciembre del 2015.

En la opinión de este columnista, el Banxico tiene espacio para bajar las tasas a dichos niveles tomando en cuenta que la inflación, tanto general como subyacente, han comenzado a mostrar una tendencia a la baja que difícilmente se revertirá ante la fuerte caída de la demanda agregada.

El Banxico seguramente será muy vigilante de su postura monetaria frente a la de Estados Unidos y buscará que el diferencial de tasas no le ponga mayor presión a la cotización del tipo de cambio.

No obstante, en un entorno de aversión al riesgo como el actual, el atractivo diferencial de tasas que funcionó como pilar de fortaleza para el peso hasta antes de la pandemia y la crisis de los precios del petróleo ha perdido relevancia.

Aunque el mandato del Banxico es la estabilidad de precios y el funcionamiento adecuado del sistema financiero, la decisión de implementar medidas extraordinarias de liquidez —que en su conjunto representan 3.3% del PIB del 2019— denota una fuerte preocupación por el desplome que está sufriendo nuestra economía como resultado de la pandemia y el derrumbe en los precios del petróleo.

Aunque el esfuerzo del Banxico es admirable y sin duda tendrá un efecto positivo, el impacto real en la economía podría ser limitado. En la teoría, el mecanismo de transmisión de la política monetaria a la actividad económica es principalmente mediante la disponibilidad y costos de crédito a través de la banca (tanto privada como de desarrollo).

En principio, una disminución en la tasa de interés de referencia y una mayor liquidez para los bancos resulta en un menor costo del dinero y un mayor incentivo a prestar. Esto, en teoría, permite que los bancos canalicen liquidez para financiar consumo e inversión mediante la expansión del crédito.

En la situación actual, en la que tanto consumidores como empresas enfrentan una crisis de liquidez generada por factores exógenos, el acceso a financiamiento en condiciones atractivas se vuelve clave para sobrevivir.

Sin embargo, para que este mecanismo funcione de manera efectiva, los agentes económicos deben tener acceso al sistema bancario. Desafortunadamente, en México la gran mayoría de las micro, pequeñas y medianas empresas, que generan la mayor parte del empleo, tiene acceso muy limitado al crédito bancario. Lo mismo ocurre para la gran mayoría de las personas físicas.

El sistema bancario en México se encuentra bien capitalizado y las medidas de liquidez por parte del Banxico son fundamentales para su buen funcionamiento en una situación como la actual.

Sin embargo, la baja penetración financiera en México hace que las muy acertadas medidas del Banxico sean insuficientes para compensar la ausencia de medidas significativas de política fiscal.