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La mala noticia es que un tercer banco de Estados Unidos de un tamaño considerable presentó problemas de liquidez lo suficientemente importantes como para que resultara inviable mantener sus operaciones.

El First Republic Bank quedó atrapado en las mismas malas decisiones del Silicon Valley Bank y el Signature Bank que enfrentaron corridas de sus ahorradores que descubrieron las malas decisiones financieras de sus administradores.

Es muy mala señal que haya fallado la supervisión bancaria y que en la creencia de que la burbuja inflacionaria iba a pasar rápido haya más instituciones financieras comprometidas con las tasas de interés.

La buena noticia es que el sistema de rescate gubernamental funcionó y que rápidamente apareció un comprador privado dispuesto a quedarse con el cascarón del First Republic Bank, lo que desactivó una inminente ola expansiva en los mercados esta semana.

JPMorgan Chase ganó este pasado fin de semana una subasta exprés para quedarse con los activos del First Republic Bank incluidos los depósitos que no entraban dentro de el esquema de seguro de rescate.

Esta combinación fue gran noticia para los clientes de ese banco que solía tener buena reputación y de paso ayuda a tranquilizar los clientes de otros bancos que aparecen también frágiles en estos momentos. Aunque cada historia será diferente.

Vaya que fue un fin de semana frenético para el sistema bancario de Estados Unidos porque otra historia hubiera sido si no empezaba la semana con esta combinación de rescate y compra que apagaron el fuego del First Republic Bank.

Y sucede en la semana en la que la Reserva Federal (Fed) va a asumir una nueva decisión de política monetaria.

Llegar a su reunión del Comité de Mercado Abierto con la bomba desactivada hace pensar a una mayoría casi absoluta de los participantes del mercado que se dará un nuevo aumento de 25 puntos base.

El barómetro mostraba 92% de expectativas de aumento contra 8% de no mover la tasa de interés de referencia actualmente en 5 por ciento.

Pero, al mismo tiempo, con las evidencias de que hay problemas en el paraíso bancario, es de esperarse que entre sus consideraciones sobre el futuro de la política monetaria haya algún razonamiento del impacto del incremento tan acelerado en el costo del dinero en la salud de los bancos.

Han sido 10 incrementos consecutivos en la tasa interbancaria estadounidense en 14 meses, que pasó de prácticamente de cero al actual 5% y los efectos secundarios están a la vista.

Entonces, en dos meses han quebrado tres bancos. En un fin de semana se desactivó la crisis más reciente que pudo haber explotado ayer en los mercados y en unas horas la Fed tiene que decidir el futuro de su agresiva política monetaria.

Mucha intensidad, pero es apenas una parte de una historia que todavía no acaba de contarse y que puede tener otros capítulos complicados en torno a las instituciones bancarias.

Por lo pronto, ayer 1 de mayo, los mercados financieros seguían en lo suyo, como si nada pasara, como si el desorden provocado por la medicina monetaria no fuera a tener más consecuencias.