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Las minutas de la Junta de Gobierno del Banco de México no son un reporte meteorológico, pero podrían leerse como tal. La más reciente nos dice, con lenguaje de economistas, que se ha formado una zona de inestabilidad que podría producir lluvias fuertes en el 2019. En la página tres del documento puede leerse “en el cuarto trimestre del 2018 se ha presentado una desaceleración…la información disponible apunta a un menor crecimiento”.

Hay algunos bancos de niebla densa, advierte Banxico. La situación internacional se ha complicado: desaceleración en Estados Unidos, conflicto comercial EU vs China; volatilidad en los precios del petróleo. En lo interno, amenaza un frente frío: la debilidad de la inversión.

“La coyuntura para realizar inversiones pasa por un mal momento”, reconocen los integrantes de la Junta de Gobierno. Uno de ellos dice que “la falta de confianza es claramente uno de los determinantes más importantes en la debilidad de la inversión”. Llama a tomar medidas para revertir este riesgo.

En el corto plazo, preocupa que se presenten obstáculos en la ratificación del TLC 2.0 con Estados Unidos y Canadá; también que se presenten retrasos en la ejecución del gasto público, como consecuencia del cambio de administración. La minuta no lo dice, pero este problema es “típico” del primer año de cada sexenio y tiene un impacto en el PIB. El documento del banco central tampoco plantea una pregunta que está en el aire: ¿Será mayor el subejercicio en el 2019 de lo que fue en el 2013?

Mayor preocupación que estos asuntos de corto plazo produce al interior de la Junta de Gobierno los riesgos “derivados de la posible adopción de políticas que pudieran conducir a cambios profundos en la economía… así como los derivados de la falta de Estado de Derecho, inseguridad pública e impunidad que están afectando considerablemente las perspectivas de inversión y crecimiento”.

La reunión fue el 19 de diciembre (horas después de la aprobación de la Ley de Ingresos para el 2019). Participaron el gobernador Alejandro Díaz de León y los subgobernadores Irene Espinosa, Javier Guzmán y Manuel Ramos Francia, además del secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, y el subsecretario, Arturo Herrera. Todavía no están los dos subgobernadores propuestos por AMLO, Jonathan Heath y Gerardo Esquivel. Ellos se incorporarán una vez que los ratifique el Senado.

Más de uno podría interpretar esta minuta como una señal de dureza del Banxico frente al nuevo gobierno. En cierto sentido es así. El Banco de México está haciendo valer su autonomía. Emite un llamado de atención sobre las asignaturas pendientes y los riesgos.  En torno al alza del salario mínimo recuerda el riesgo inflacionario y habla de la necesidad de cuidar la capacidad adquisitiva. Urge a promover la competencia en los mercados de bienes y servicios que integran la canasta básica.

Es necesario que el banco central juegue ese rol. Más allá de la conducción de la política monetaria y la regulación del sector financiero, el Banxico debe ser una conciencia crítica de la política económica. Así fue Guillermo Ortíz frente a Felipe Calderón y Agustín Carstens en el sexenio de Peña Nieto, pidiendo un mayor esfuerzo de recorte del gasto público y de reducción de la deuda externa. Un Banxico independiente y hablando claro no será un arma contra AMLO, más bien a favor de la economía.

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