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Balance temprano (ed. Grano de Sal, 2020) es un libro de 22 autores coordinado por Ricardo Becerra y José Woldenberg.

Es el primer recuento riguroso de lo que ha cambiado en estos dos años. En realidad, es un recuento cuidadoso de la brecha que hay entre la gran promesa de cambio que acompañó el ascenso del actual gobierno y la triste realidad que el gobierno del cambio va dejando a su paso.

Se trata de un “un balance temprano”, pero no de un balance prematuro. Si algo queda claro en este libro es que lo que sucede en el país difícilmente será corregido por su gobierno en los años por venir, pues el rasgo característico del actual gobierno es no dudar de su rumbo, que es cambiarlo todo, hacer tabla rasa del pasado.

“Es difícil encontrar”, dicen Becerra y Woldenberg, “un campo de política pública que no haya sido tocado por ese instinto que desprecia lo construido por generaciones anteriores, actitud que no soluciona, sino que profundiza los síntomas de nuestras patologías previas”.

A la caída del crecimiento económico del año 2019, dicen Becerra y Woldenberg, se agrega la depresión económica de 2020.

La desinversión en salud ya era grave. No ha hecho sino agravarse. La ortodoxa “disciplina fiscal” de los gobiernos anteriores se agrava hoy con la austeridad y la “obsesiva contención del gasto”.

La política migratoria ya era una red de agujeros, pero se ha vuelto “más restrictiva y cruel”. La atención al medio ambiente era precaria, pero hoy linda con la inexistencia.

En el ámbito de la cultura, vivimos “la demolición de un modelo cultural”. El laicismo se desdibuja, “la distancia entre el Estado y las iglesias, especialmente las evangélicas, es más corta que nunca”.

Y las tendencias políticas no son democráticas: “polarización como método diario, persistente centralización del poder en la Presidencia de la República, desprecio y descoordinación con los gobiernos de los estados, aversión hacia los organismos autónomos, hostigamiento a la crítica y a la prensa independiente, desdén por el diálogo político, rechazo al pluralismo y no pocos lances de imposición autoritaria”.

Muchas cosas han cambiado en estos dos años, nos dice este balance temprano, pero ninguna para bien.