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Hoy es más común esperar un mensaje vía WhatsApp que una llamada telefónica, mucho menos esperar una carta manuscrita para comunicar algo.

La tecnología de consumo avanza tan rápido y se populariza a tal velocidad que hoy ése es el nuevo normal de la comunicación. Los éxitos más sonados de la televisión son aquellas series donde hay nerds, parejas interraciales, poligámicas, homosexuales y demás modelos considerados como minorías.

El nuevo normal es aquello que se presenta como una novedad o una situación temporal, pero acaba por ser aceptado o tomado por resignación por su permanencia.

Tras la gran recesión del 2008-2009, las estructuras financieras y económicas del mundo cambiaron, se deterioraron a la par de una profunda crisis y han establecido un nuevo normal por debajo de los estándares previos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) explica que los efectos de la gran recesión se dejan ver en una baja en el potencial de crecimiento de las economías, tanto desarrolladas como emergentes, y que el resto de la década se mantendrá con esta tendencia mediocre.

Más que una prolongada crisis, lo que el mundo vive es un nuevo normal económico donde las expectativas de crecimiento son menores y la influencia de los mercados financieros es determinante.

Fue de hecho el presidente chino Xi Jinping quien denominó el nuevo normal de su país, una situación de un crecimiento menos acelerado. Ya no aquellas tasas de dos dígitos que de hecho eran maquilladas para parecer inferiores, sino crecimientos que apenas alcancen 7 por ciento.

Europa, desde aquella crisis y hasta nuestros días, se balancea entre los problemas fiscales y los bajos crecimientos. Son ya muchos años y no han logrado al menos el equilibrio, porque a la par que el Banco Central Europeo inyecta euros a las economías, Grecia se mantiene al borde de la bancarrota.

Estados Unidos hizo del dinero barato su nuevo normal. Funcionó muy bien una receta de hiperliquidez que no estaba en los libros, pero ahora tienen el reto de ir de vuelta a la tradición de una política monetaria neutra.

El mundo emergente hizo de los abundantes flujos de capitales su normalidad que hoy paga con devaluaciones y angustias económicas por el inicio del síndrome de abstinencia que provoca la salida de dólares.

Se dañó, pues, la capacidad de crecer del mundo. De acuerdo con el FMI, antes de la gran recesión, el potencial mundial alcanzaba 2.4%, la crisis redujo esa capacidad a 1.3% y la recuperación ha alcanzado para dar cabida a un 1.6% máximo durante el resto de la década. Ése es el nuevo normal.

La recomendación para no empeorar la ya pauperizada realidad mundial es mantener el precio del dinero bajo, lo que sin duda constituye una recomendación con un solo destinatario: Estados Unidos.

Tendría poca elegancia que el FMI o cualquier otro organismo internacional le dijera a Washington que ellos son los causantes de esta pobre nueva realidad y que lo menos que pueden hacer es no destruir el poco avance logrado con un incremento en el precio del dólar que resulte significativo.

Por eso es mejor posicionar que el nuevo normal del mundo es un crecimiento bajo y que lo conveniente es tener dinero barato para sobrellevarlo.