Elecciones 2024
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“Los astros parecen estar alineados a favor de Andrés Manuel López Obrador para que su tercer intento de llegar a la presidencia sea el bueno. O así parece. La primera vez, aquel histórico 2006, el Partido Acción Nacional (PAN) le arrebató un triunfo que parecía inminente; en el segundo, un menos memorable 2012, el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con Enrique Peña Nieto a la cabeza, volvió a frustrar sus esperanzas. Hoy, dicen muchos, ha llegado la hora del Peje”. Lo anterior lo escribió el periodista Jorge Zepeda Patterson en la semblanza sobre el tabasqueño que recién publicó en su libro Los Aspirantes 2018, del cual, además de escritor de la reseña biográfica sobre Andrés Manuel, es el coordinador del trabajo que hicieron sobre quince aspirantes —dos mujeres y trece hombres— a ser candidatas o candidatos a la Presidencia de la República en los comicios del próximo año, ocho periodistas —dos del género femenino y seis del masculino—.

El autor de la columna advierte a lectoras y lectores que, según los datos que proporciona en el interior de la publicación la Editorial Planeta Mexicana SA de CV, el libro fue terminado de imprimir en mayo y, por lo tanto, el escrito reproducido aquí debe de haber sido pergeñado, cuando menos, en el mes de abril. Es decir, antes de que sucediera el incidente de Eva Cadena, ‘Eva de Troya’ —que no creo le haya mellado popularidad a López Obrador: Primero porque, a todas luces, fue un montaje del más priista de los panistas, Miguel Ángel Yunes Linares, y segundo porque 500,000 pesos —cantidad por la que el jerarca priista, Enrique Ochoa Reza, se rasgó las vestiduras hasta quedar en harapos— es la cantidad que diariamente, durante su periodo de gobierno se gastaron en ‘chuchulucos’ los siete u ocho gobernadores priistas que tienen cuentas pendientes con la justicia y que se están gastando los que próximamente las tendrán.

En donde sí se vio mal Andrés Manuel, en mi opinión, es cuando lo entrevistó José Cárdenas, quien le hizo una pregunta interesante para la audiencia y que López Obrador juzgó era una calumniosa afrenta, razón por la que tuvo una discusión con el periodista, quien no permitió la acusación de calumniador que le endilgó, ‘con todo respeto y cariño’ —según le dijo— el líder morenista que pretende tener asida la verdad por los pelos.

Algo parecido le sucedió, nada más y nada menos que con Carmen Aristegui, a la que en una entrevista —concedida muy a la fuerza— le dio a entender que él, gracias ‘a las benditas redes sociales’ ya no necesitaba a los medios tradicionales. Tal vez, AMLO no consideró que Carmen, periodista a la que el público identificamos con el fundador de Morena, transmite su programa por ‘las benditas redes sociales’, los medios tradicionales ya no la contratan por defender causas como las del entrevistado en turno. En esa ocasión, desde un principio se mostró hosco y malhumorado con Carmen, a la que le echó en cara haber entrevistado a Yunes. Sin que viniera al caso le expresó ‘yo no tengo precio’ y la calificó de ‘mirona profesional’. Luego el político se hizo bolas con la Constitución al decir que esta prohíbe encarcelar a un expresidente. Por supuesto que estaba equivocado, pero sin dar su brazo a torcer se salió por la tangente.

Nunca había percibido a López Obrador de talante más arbitrario —por decir lo menos— que en estas dos acciones que aquí traté de narrar. Al parecer el ayatolá tabasqueño no quiere partidarios, quiere súbditos. Como alguien me dijo: Ya lo perdimos y, lo peor, ya no tengo con quien demostrar mi odio al PRI.

El diagnóstico de López Obrador sobre el país creo que es el correcto; no aguantamos un acto de corrupción más; los servidores públicos deben ser eso: servidores y no depredadores. Sin embargo, ha demostrado públicamente ser autoritario y soberbio y eso puede hacerlo perder la brújula del sentido común, desorientar sus buenas intenciones y despistarse del camino de la humildad, de la tolerancia, de la comprensión a los demás. ¿Se dará cuenta? ¿Podrá recapacitar?

Comencé citando a un periodista, a Jorge Zepeda Patterson, terminaré citando a otro, a Ernesto Villanueva, quien el pasado 11 de junio escribió en el semanario Proceso: “Mucho indica que Andrés Manuel ha extraviado el camino y que, contra lo que sus seguidores creen, no es el imán que puede unir a las diversas tonalidades de la izquierda mexicana. Se esta convirtiendo, para mal del país, en un pasivo más que en un activo para esa unidad de la izquierda que el país tanto requiere, mientras el PRI y sus aliados hacen lo que quieren con lo que queda de país.

Oí por ahí

En una ciudad fronteriza del norte, dos amigos se dedicaron durante años a contrabandear vinos y licores de allá para acá. Les fue bien. Hicieron dinero. Llegó el momento en que uno de ellos decidió dejar el negocio. Se hizo cristiano y alcanzó el grado de pastor. Ya con esa investidura se encontró con su exsocio, al que le hizo una pregunta: “Amigo mío, ¿cuándo vas a arreglar tus cuentas con el Señor?” La respuesta no se hizo esperar: “En cuanto tú arregles las tuyas con el SAT”.