Elecciones 2024
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Quiso la casualidad que la víspera de que el Instituto Nacional Electoral (INE), le entregara a Andrés Manuel López Obrador, su constancia de mayoría que lo acredita como presidente electo de la República Mexicana, la maestra Elba Esther Gordillo, después de cinco años con cinco meses y once días de estar presa quedara en completa libertad.

Aunque algunos dicen que en política no existen las casualidades, yo —ingenuo que soy— pienso que en este caso sí es la casualidad la responsable de esta coincidencia. Coincidencia que al columnista le permite abordar un tema que lleva un tiempo dándole vueltas por la cabeza. ¿Qué va a hacer López Obrador para combatir y acabar con los caciques sindicales?

El periodista Francisco Cruz Jiménez, escribió en su libro Los Amos de la Mafia Sindical: “Los viejos líderes sindicales de México son lo que parecen y lo que aparentan: viejos dictadores, caciques depredadores, el club de la eternidad. Una relación perversa con el poder les ha permitido forjar una gerontocracia tan profundamente antidemocrática que se han convertido en representantes emblemáticos del régimen antiguo; no admiten la crítica, ni ejercen la autocrítica (…) su fraude radica no en engañar a sus representados, sino en que han traicionado sus principios. Sólo la muerte o la cárcel son capaces de arrancarles su liderazgo”.

Es un hecho que el, desde este miércoles presidente electo de nuestro país, ha venido pregonando su deseo y disposición de acabar con la corrupción y la impunidad, cosa a la que los caciques sindicales no son inmunes. Por el contrario, son, pese a la podredumbre en la que se manejan, un paradigma para aquellos que aspiran a suplirlos y que, por el momento, tienen que aguantarles sus malos humores y olores; servirles de tapadera, de corre ve y dile y otras ruindades.

Se recuerda como asignatura pendiente de los gobiernos panistas de Fox y Calderón, el no haber tocado ni con el pétalo de una declaración a las lacras sindicales las cuales siguieron operando, con mayor cinismo y con las manos libres, durante los 12 años en los que nos gobernó el panismo. Por eso cuando regreso el PRI, sus corporaciones no habían sufrido el menor de los daños estructurales.

Obreros y trabajadores libres que votaron por el tabasqueño, seducidos por su propuesta de poner un alto a la corrupción y acabar con el despotismo sindical, con ansias esperan el momento en que AMLO, por medio de los mecanismos legales, logre que haya una democracia sindical que garantice derechos laborales a los trabajadores, así como transparencia y buenos resultados en el uso de los recursos económicos y fondos de retiro. Para eso tiene que acabar con los caciques sindicales: peces gordos en las borrascosas aguas de la marrullería, la simulación y la trampa. (Paradójicamente, en las filas de Morena, con un cargo como senador plurinominal, aparece el líder sindical minero Napoleón Gómez Urrutia, señalado por supuestos desvíos de dinero de los trabajadores a los que dice defender).

La semana pasada, la señora Luisa María Alcalde Luján, virtual secretaria del Trabajo y Previsión Social, del gabinete de López Obrador, fue invitada a La hora de opinar en Foro TV. Expresó la idea de que para acabar con la corrupción sindical, se debe empezar por tener una vía de democracia y libertad sindical. Irónico, Leo Zuckerman, conductor del programa, le dijo: Yo quiero ver tu primera reunión con Carlos Aceves Olmo —dirigente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM)— para que lo convenzas de la necesidad de democracia. La señora Alcalde Luján contestó que no era cosa de convencimiento sino de una reforma constitucional y una ley que permita la existencia de la libertad y democracia sindical.

Doña Luisa María hizo declaraciones a El Economista en abril pasado: “Vamos a respetar la libertad y la autonomía de las organizaciones de los trabajadores, ellos deciden cómo, cuándo, se organizan. Cualquier sindicato va a tener la garantía de que el gobierno no va a ser persecutor ni tampoco cómplice de nada. Que ya no sea el gobierno el que controle el sindicalismo en México”. En esa misma entrevista la señora Alcalde fue interrogada sobre la senaduría a Gómez Urrutia, se le dijo si a través de ella había un pacto de impunidad. “Un pacto de impunidad sería si hubiera un proceso contra Napoleón Gómez Urrutia; hoy no hay ningún proceso en su contra, de todos modos está exiliado en Canadá”. (¿Cómo? ¿Si no tiene ningún proceso por qué está exiliado? Y si está exiliado, ¿así va a legislar en el senado? ¿Alguien me puede explicar?).

Los agravios de los caciques sindicales son muchos, algunos de ellos, como Carlos Romero Deschamps, han sido denunciados penalmente por enriquecimiento ilícito. Somos muchos los obreros, trabajadores y ciudadanos en general que queremos saber el destino de los caciques sindicales al comenzar lo que Andrés Manuel llama la Cuarta Transformación de México. Para que ésta se lleve a cabo, para que creamos en su ideólogo y dirigente, AMLO debe acabar con la corrupción y la impunidad de la escoria sindical que son como sargazos en el mar de la vida cotidiana.

Colofón

-Líder Sindical (A sus agremiados): No compañeros, no, no es verdad que el salario mínimo no alcance para comprar los alimentos básicos. Sólo es una alucinación de ustedes provocada por el hambre.